29/10/2021
 Actualizado a 29/10/2021
Guardar
Comentan últimamente en los informativos que hay países como Austria o Suiza que se están preparando para un gran apagón, un corte eléctrico masivo en toda Europa que nos puede hacer volver por unos días a la edad media.

Como pasó en los momentos previos al confinamiento de 2020, ya están surgiendo multitud de artículos con cierto tufillo sensacionalista en los que te recomiendan las 5 o 10 cosas básicas para comprar en caso de un apagón. Yo por mi parte, que soy un hipocondriaco confeso, ya he comprado una batería solar para poder cargar el móvil y aunque la red telefónica se caiga también, poder jugar al menos al Candy Crush.

Es curioso el devenir de los acontecimientos estos últimos años en los que hemos pasado por una fuerte crisis financiera e inmobiliaria, una pandemia, un desabastecimiento de componentes, un encarecimiento tremendo de las materias primas, un incremento en el precio de la luz y el petróleo, un aumento insostenible de la deuda pública y privada…

Parece como si estuviésemos en el comienzo de un gran cambio o tal como lo llamó el propio Foro Económico Mundial, un ‘Gran reset’ o ‘Gran reinicio’ en el que se busque una nueva forma de crecimiento «más sostenible y más solidaria». Una hoja de ruta que predice o más bien, trabaja, para que en 2030 «no poseamos nada, pero seamos felices».

En la presentación de dicha hoja de ruta en la ciudad suiza de Davos, hace algo más de un año, el encargado del discurso inaugural fue el príncipe Carlos de Inglaterra, el cual esbozó un borrador de cómo debería ser el nuevo orden mundial y los pilares sobre los que se sustentaría (sostenibilidad, inversión verde, tecnología, fijación de precios al carbono…) haciendo hincapié en que todo el plan se implementaría solo si la gente así lo quería.

Desde entonces han salido a la palestra multitud de teorías conspiranoicas más o menos descabelladas, creo que muy alejadas de la realidad. Sin embargo, lo que sí tengo claro como liberal convencido, es que, desde las instituciones, medios de comunicación, gobiernos, empresas… ‘alguien’ está intentando diseñar una nueva sociedad y decirnos, con métodos más o menos taxativos, cómo nos debemos comportar, a qué dar prioridad y cómo debemos ser felices en ese nuevo ‘mundo perfecto’ y a mí, cualquier cosa que se me intente imponer, mira tú por dónde, de primeras me encaja muy mal.

Detrás de todos estos cambios puede estar un más que evidente movimiento geoestratégico por el que China se convertirá, en breve, en la nueva superpotencia hegemónica mundial. Desde que el mundo es mundo, estos cambios de imperios (romano, español, británico…) se han sucedido y siempre han venido de la mano de una ‘exportación’ (cuando no imposición) de cultura, usos y costumbres.

Veremos si en unos años hay que cambiar la expresión «trabajar como chinos» por «trabajar como occidentales».
Lo más leído