El genio de los Mancos Chinos

A Carlos Valdivia todo el mundo le llamaba El Charla, y muchos más le recuerdan con su sombrilla y su micrófono vendiendo en la Plaza de San Marcelo lo que le diera la gana porque era un verdadero genio

Fulgencio Fernández
15/12/2019
 Actualizado a 15/12/2019
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Un genio Carlos Valdivia, El Charla (de charlatán, en el mejor sentido de la palabra), capaz de vender bolígrafos, cortauñas o crecepelos con la única arma de la palabra, una sombrilla si hacía sol, un micrófono y mucha imaginación... La gente ya la congregaba él: «¡¡¡Señora, señora!!! si el cocodrilo que lleva en su bolso no le adivina el pasado, el presente y el qué dirán...».

- ¿Si no se lo adivina?
- Nada, porque ya se había detenido y me escuchaba, el resto ya era cosa mía; explicaba convencido Valdivia, en una de las entrevistas más agradables que recuerdo, en la que explicaba las tácticas de venta, de psicólogo de calle con muchas horas de vuelo.
- Cuando veías que la gente perdía atención hay palabras que son mágicas, volvían a escuchar. Una es Reykiavick, infalible, vale para todo, para el lugar de origen de un quitamanchas o un bolígrafo. Y una expresión que descubrí casi por casualidad, «fabricado por los mancos chinos de...» y agregabas cualquier ciudad, ya no te digo si añadías Reykiavick...

Y muchos trucos más, entre los que sus amigos del Húmedo, donde era una institución, recordaban la colaboración del ex futbolista Miche como gancho para que vendiera. Él para generar confianza te decía: «Y si no le funciona la máquina, viene y a la cara me llama sinvergüenza».

De pocas personas escucharás hablar con tanto cariño como de este vendedor y pescador, de este histórico del Húmedo y la ciudad, de un tipo entrañable al que todos recuerdan por la magia de sus palabras y la mano que tenía para los niños. «Quién entretiene a los niños no puede ser mala gente», repite Braulio el de La Gitana.

- Niño, recoge, que viene el guardia; decía él para marchar. Grande.
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