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El generismo ‘queer’

14/02/2022
 Actualizado a 14/02/2022
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«Nadie nace en un río equivocado es una cosa que se sabe bien y se suele comentar entre la gente de letras aportando diversos ejemplos cada cual, demostrando así su erudición. Nosotros, el cronista y adyacentes, solemos aportar los casos más comunes y próximos en los que río y persona congenian bien: Mateo el Luna, Colinas el Órbigo, Fierro el Torío, Julio el Porma, Torbado el Cea. Y así podríamos seguir. Tocándole al cronista el Padre Esla ¿de qué se podría quejar? Viene esta reflexión a cuento de que unos profesores de psicología de la universidad de Oviedo hayan publicado un libro titulado: «Nadie nace en un cuerpo equivocado» del que habla su discípulo y nuestro amigo el psicólogo Miguel A. González Castañón, con residencia alternativa en Valdepiélago, y nos recomienda que leamos este tratado sustancial para adentrarnos en eso del «generismo ‘queer’»

¿Pero, se puede nacer en un cuerpo equivocado? ¿Se puede desarrollar uno en un cuerpo hembra y sentirse macho, y al revés? ¿Y si esto fuera posible, se da en la realidad? Un fantasma recorre los países más desarrollados predicando el transactivismo como una nueva religión, cuando en nuestra Europa las dos culturas de las que provenimos, la griega y la romana, nunca la pusieron pegas a que cada cual juntase su cuerpo con quien le pidiera su imaginación. Públicos fueron los amores de muchos famosos y famosas que han pasado a formar parte de nuestro acervo cultural, sin que retemblaran las columnas de ningún templo de la verdad. Tuvo que venir el Cristianismo a hacer de ello un pecado y a crear un infierno con un espacio especialmente lleno de crueldades para castigar a quienes cometieran el desaguisado de mezclarse fuera del arquetipo de hombre sobre mujer. Y con fines de procrear.

Desde entonces se pretende como anómalo algo que la naturaleza nunca castigó. El concepto de pecado entró en danza. Incluso desplazando del panel de agravios a la usura, la avaricia, la opresión, y la esclavitud. Distrofia de género. Algo que no funciona bien en el universo mental de una doctrina destinada a darle una salida a la esclavitud, pero que pronto cayó en manos de una clase sacerdotal predominante, dedicada a asegurar el más allá, el cielo, a quienes dócilmente sometiesen su voluntad al criterio psicológico científico de unas mentes que proponían, para los demás, el goce del acto sexual encaminado a la procreación.

Pero, cada vez va estando más claro que nadie nace ni en un río, ni en un cuerpo, ni en un país, equivocado. La prueba está en que nadie muere nunca en un cuerpo equivocado.
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