El futuro albergue de Vega inicia la segunda fase con 300.000 euros

El Ayuntamiento tendrá que costear un 20% del importe con el que comenzará la obra interior del monasterio para después acabar con una tercera fase de 600.000 euros

M.I.
18/07/2022
 Actualizado a 18/07/2022
Panorámica del gran edificio destinado a ser epicentro de Vega.
Panorámica del gran edificio destinado a ser epicentro de Vega.
Vega de Espinareda sigue dando pasos adelante para convertir su monasterio de San Andrés en un albergue de peregrinos. La Casa del Abad comenzó a remodelarse hace unos años y se esperaba que pudiera abrirse en 2023 pero no será así y su alcalde, Santiago Rodríguez solo asegura que sigue adelante la obra y se marca como reto de este mandato realizar la segunda fase. Se trata de los trabajos de obra interior, que costea, en parte, el Instituto Leonés de Cultura, con una subvención de 300.000 euros, aunque el 20% lo debe poner el Ayuntamiento.

Es una obra que da continuidad a la primera, de consolidación, que también costeó el ILC, a través de su Programa R con una cantidad similar (270.000 euros el Instituto y 30.000 el Consistorio). La intención es dar utilidad a las dependencias patrimoniales que están a las puertas de los Ancares y que podrían tener un futuro turístico notable en este enclave.

Ahora, esta segunda fase debe contar con el visto bueno del ILC para proceder a sacarla a concurso e iniciar las obras. Pero quedaría aún una tercera fase, para la que Rodríguez espera conseguir ayudas de los Fondos de Transición Justa. El proyecto lo presentará a ellos con el fin de ultimar la colocación de mobiliario interior y entonces sí, poner en marcha estas infraestructuras de cara al público. Esta fase final tiene un presupuesto de 600.000 euros y completaría las obras de una idea que se inició en 2018 y que el regidor considera «fundamental para el futuro de esta zona».

La Casa del Abad contendrá un total de 30 plazas para aquellos peregrinos que utilicen los ramales jacobeos por esta zona.Esas plazas se distribuirán en habitaciones individuales, dobles y en literas. Además, se posibilitará un comedor, cocinas y aseos para completarlas instalaciones.

El Obispado de Astorga es el propietario del monasterio y lo ha cedido al Ayuntamiento de Vega de Espinareda por un periodo de 25 años, con el fin de que se produzca esa recuperación y puesta en uso. Lo primero en mejorarse fue la carpintería exterior, lo que cambió la cara del edificio. Esas obras concluyeron el año pasado y en ellas contribuyó la Junta de Castilla y León con 53.000 euros.

 La intervención se centró en la restauración de la carpintería exterior existente en balconeras y puertas exteriores de madera de castaño, comprendiendo las labores de desmontaje de carpintería, revisión de elementos, sustitución de elementos deteriorados, revisión y ajuste de herrajes existentes y tratamiento de la madera, y en la sustitución y/o instalación de la carpintería exterior en huecos de ventanas con hojas con despiece, escuadrías, detalles constructivos, herrajes de colgar y seguridad, palillerías y resto de detalles de montaje según existentes, doble acristalamiento y tratamiento de la madera, incluso contraventanas de cuarterones.

Además de albergue, el monasterio podría contener una futura casa del parque para dar entrada a los Ancares.

Monasterio hasta los noventa

Este monasterio tenía vida hasta 1995 como colegio diocesano en concreto. Y, es que, su función siempre estuvo implicada con la enseñanza. Los monjes benedictinos marcaron ese fin y en el siglo XVI el monasterio comenzó e destacar por su gran influencia cultural. Fue Facultad de Filosofía y su Colegio de Artes y Letras y por sus aulas pasaron ilustres profesores y alumnos como el historiador Prudencio de Sandoval o el escritor romántico Enrique Gil y Carrasco.

Fue merecedor del título de Monasterio Sabio. Pero, toda esta labor se desmoronó con la desamortización de Mendizábal. Realmente no se conoce la fecha exacta de sus orígenes pero es posible que la primera edificación, de la que no quedan restos, fuera de finales del siglo IX o comienzos del X. El edificio primitivo sufrió varios incendios, por lo que la mayor parte de la iglesia que hoy conocemos se debe a las remodelaciones sufridas en los siglos XVII y XVIII. Hoy está considerado el monasterio más importante en el Bierzo dentro del estilo neoclásico destacando el conjunto monacal, la iglesia y el claustro por su sobriedad.
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