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El fracaso de un modelo

26/09/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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La extensión de un verano que parece no tener fin hace que se nos aduerman las conciencias, más preocupadas por supuestos fraudes de ley por más que la verdadera estafa la tenemos en las facturas de la luz, del gas e incluso del teléfono, por no hablar de esas cuchilladas que cada mes sufren los autónomos o la perseverante e indigna pérdida salarial de los jubilados, a los que se les quiere empujar a una esquina social como si fueran apestados, por más que son básicos en millones de familias.

Nos han hecho creer que la economía española depende de los bancos y de las grandes industrias que ofrecen cientos de puestos de trabajo que penden de hilos invisibles. Nos han vendido toda la vida al ensueño del turismo como si fuera la salvación de un país, de cualquiera tierra, ya sea de interior o de exterior, cuando cada vez son más difíciles de soportar las condiciones económicas que ofrecen la mayoría de bares, restaurantes y hoteles.

El modelo de la gallina de los huevos de oro ha fracasado en León. Nos dijeron que Semana Santa, tapas gratis y cerveza barata sería la combinación perfecta para que la ciudad fuera el destino preferido para media España, pero solo se mantiene incombustible en el de despedidas de soltero, que ya sabemos que aporta poca riqueza. Pan para hoy y hambre para mañana.

Hay un soniquete muy oído en León que habla de «buques insignia» para describir lo importante que es el sector tecnológico y el biofarmacéutico. Pero las miradas y el esfuerzo siempre están puestos en algo tan folclórico como el pan y el circo, son más rentables a corto plazo y no tienen más preocupación que elegir un buen cartel.

Las cifras de turistas han caído a números de los peores años de la crisis, mientras que las compañías tecnológicas y el comercio electrónico crecen a dos dígitos. El cambio de modelo ya está aquí y hay gente en León preparada para ello. Falta creérselo y creerlos.
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