El fiscal ve la paliza a un joven en 2019 agravada por motivos políticos y abuso de superioridad

La acusación particular cree que el delito cometido no fue de lesiones, sino de homicidio en grado de tentativa y las defensas insisten en la libre absolución

R. Álvarez
13/12/2022
 Actualizado a 13/12/2022
Segunda y última sesión del juicio celebrado en la Audiencia. | L.N.C.
Segunda y última sesión del juicio celebrado en la Audiencia. | L.N.C.
«Aquí solamente soy víctima de una etiqueta que no me pertenece»; «no tenemos ningún tipo de ideología» o «no tengo nada que ver con la extrema derecha». Estas tres frases las pronunciaron los tres acusados en el uso de su última palabra en el juicio que arrancó este lunes en la Audiencia Provincial de León por la agresión en la madrugada del 10 de marzo de 2019 a un joven a la salida de un pub de León capital. Con ellas trataron de defenderse de unos hechos que los han sentado en el banquillo durante las últimas dos jornadas y que para el fiscal, según incidió este martes, fueron impulsados por «motivos políticos» o ideológicos, desencadenaron una brutal paliza y son, por lo tanto, constitutivos de un delito de lesiones al que añadió ahora la circunstancia agravante de abuso de superioridad. Por ello había pedido ya para cada uno de ellos una pena de cinco años de cárcel.

Más allá fue la acusación particular, para la que el delito cometido encaja en otra tipología, la del «homicidio en grado de tentativa». El resultado, dijo, fue «bastante favorable para la víctima dadas las circunstancias», pero la «intencionalidad no iba dirigida únicamente a causar lesiones», advirtió, sino que era la de «matar». Recordó en este punto que existe una grabación en la que se grita «matadlo, matadlo» y que si la intención hubiera sido únicamente la de lesionar, los hechos habrían acabado en la puerta del pub, donde comenzaron, y no habrían derivado en una «persecución por varias calles» de la capital. Señaló, además, que las patadas y golpes no fueron dirigidas a las extremidades, sino a la cabeza, a un órgano vital, y, «con la víctima ya inconsciente, se le propinaron más patadas». Por ello, remarcó que «la consigna antes, durante y después era la de matar, aunque afortunadamente no fue así», por lo que tuvo claro que el delito que debería atribuírseles, en su opinión, es el de «tentativa de homicidio», no el de lesiones. La acusación particular recordó también que la víctima había testificado contra el hermano de una de las acusadas en un juicio previo y que «buscaban una venganza».

Su «odio» es por sus hermanos

Tras la acusación particular llegó el turno de las defensas, que reclamaron sentencias absolutorias para los tres acusados. El primero en hablar fue el abogado de la joven que grabó la agresión en vídeo, que preguntó a la sala «¿qué lesión ha ocasionado?», porque recordó que «no se ha referido ninguna» durante todo el procedimiento. Insistió también en que «no pertenece a ningún grupo» y la víctima así lo reconoció durante su declaración, por lo que estima que «el propio denunciante excluye la posibilidad de que haya participado por ideología». «Dice que el odio que le tiene es por sus hermanos», por lo que concluye en que «no hay motivos políticos en ningún caso». A esto añade que la acusada «se presentó voluntariamente en comisaría para esclarecer los hechos» y que, «aunque ella graba», su defendida «no golpea» porque se mantuvo, además, «a un mínimo de distancia de un metro» y esto, al estar recogido en un vídeo, aseguró que «se puede analizar». Reclamó además, la atenuante de dilaciones indebidas que remarcó que incluso el fiscal reconoció cuando intentaban llegar a un acuerdo entre las partes e hizo constar que hubo ocho meses de inactividad por parte del Juzgado.

El letrado de la joven también trajo a su exposición las palabras del médico forense en las que advirtió que como resultado de la pelea no hubo «afección a órganos vitales» y valoró que la víctima tampoco perdió cuatro piezas dentales, sino que sufrió «cuatro fracturitas» que «son viables en la actualidad a nivel funcional y estético», que no son compatibles con una «deformidad» y que no le han impedido seguir desarrollando su trabajo. Rechazó, al mismo tiempo, que exista un agravante por motivos ideológicos e insistió en que la única participación de su defendida fue la de haber grabado un vídeo, por lo que su condena, en caso de que se rechace su libre absolución, «no podría ser nunca superior a dos años de prisión por un delito de lesiones básico».

La defensa de la otra joven apreció por su parte una «contradicción» en el origen del conflicto, sobre el que se han dado «diferentes versiones» y señaló que la víctima tampoco ha dicho que sea «de extrema izquierda», además de que no estamos, apuntó, ante una «persona precisamente pacífica» según se pudo extraer, dijo, de lo expuesto en el juicio. Añadió también que la víctima no reconoció que su defendida le agrediera y que solo uno de los testigos protegidos declaró haber visto cómo le pegaba. Mientras, afirmó que en el vídeo ella dice «parad», por lo que concluyó que «su única participación es gritar que paren ya». «La violencia que hoy se juzga aquí no la ha cometido ninguna de las personas que están aquí sentadas» –subrayó– por lo que demandó su libre absolución.

Por último, la defensa del único acusado varón, que pidió también una «sentencia absolutoria», explicó que el joven «tiene un problema de rodilla desde los 13 años, por lo que para nada pudo correr» para participar en una pelea que se produjo en varios puntos de la ciudad. «Lo que hizo fue quedarse en la puerta» del pub asistiendo a una persona a la que habían apuñalado, afirmó. «Salió con sus amigos y se encontró con esta aventura», resumió, por lo que consideró que «es abusivo solicitar cinco años de cárcel para una persona que no estaba allí». Además, añadió que «para nada existen los agravantes» que se han reclamado, ni «nadie que le sitúe allí, ni la víctima ni sus amigos», aunque sí aplaudió la petición de dilaciones indebidas de las otras defensas. Para cerrar la sesión llegó el turno de los acusados, que principalmente se desvincularon de la agravante por motivos ideológicos. «Que estudien mi caso», pidió uno de ellos, mientras que otra insistía en estar siendo víctima de «una etiqueta», la de la extrema derecha, que «no me pertenece», dijo.
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