14/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Hace tan solo un par de semanas, en la Convención Liberal nacional, ‘El Club de los Viernes’ organizó una serie de ponencias que resultaron un verdadero éxito. En una de ellas invitamos a Esperanza Aguirre, reconocida como una de las primeras figuras políticas de España en declararse abiertamente liberal, que aplicaba en la medida de lo posible políticas liberales en su gestión y cuyo pensamiento le trajo algún que otro disgusto en el seno de su partido… que es el mío.

Pues bien, durante su conferencia nos habló de la educación de nuestros jóvenes y cómo las políticas socialdemócratas, que buscaban una supuesta igualdad entre los alumnos, lo que realmente conseguían era dejar ‘descolgados’ a los alumnos con necesidades especiales bien por exceso o por defecto de capacidades y nos contó la anécdota de que un socialista le recriminó que las medidas que estaba intentando aplicar en el campo educativo iban dirigidas a exigir más esfuerzo y dedicación a los alumnos, a lo que ella concluyó que «ahora va a resultar que el esfuerzo es liberal»…

En las últimas semanas hemos visto un nuevo caso de lo que significa ese miedo a la exigencia, ese buenismo en el que en aras de que ningún alumno se frustre por su falta de esfuerzo o competencias y tomando como meta general llegar a la universidad, se baja el nivel educativo en distintas autonomías españolas y, por consiguiente, en el diseño de las pruebas de la Ebau, lo que antes conocíamos como Selectividad.

Es del todo injusto que las pruebas de acceso a la universidad sean distintas según la comunidad autónoma, exigiendo distinto nivel por criterios políticos o por la necesidad de cubrir vergüenzas de deficiencias educativas y de capacitación. Curiosamente, las comunidades más contrarias a la equiparación de la Ebau en España, son las que peor resultado sacan en el informe Pisa, el estudio realizado por la OCDE que evalúa el rendimiento de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura.

A mí, como padre, me daría vergüenza que los dirigentes de mi comunidad autónoma se opusiesen a la Ebau única porque vendría a reconocer que mis hijos están menos preparados que los de otros lugares de España y que necesitan algo así como una discriminación positiva para suplir sus deficiencias, en lugar de exigir un Bachillerato de más nivel.

En un mundo tan competitivo y globalizado como en el que vivimos, pensar que por ayudar a conseguir un título a nuestros hijos a toda costa les estamos haciendo un favor, es una absoluta estupidez. Nuestros hijos tendrán más o menos oportunidades en función de sus capacidades, no de la calificación que figure en un título y menos aún en una Ebau dopada, politiza y carente de rigor.
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