El entrañable Jamín cumple 100 años

Familiares y amigos de este vecino de Villarmún celebraron con él una vida de historias

Sandra Hidalgo
25/08/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Imagen de los familiares, vecinos y amigos de Benjamín durante la celebración de su cumpleaños. | L.N.C.
Imagen de los familiares, vecinos y amigos de Benjamín durante la celebración de su cumpleaños. | L.N.C.
Benjamín Gallego Campos nació hace 100 años en Villarmún, un pequeño pueblo perteneciente al ayuntamiento de Gradefes, a 20 kilómetros de la capital leonesa.
De familia de labradores, ingresó en el Ejército el 18 de julio de 1937 y sin saber casi dónde estaba la estación de tren, se fue junto con sus quintos y en plena guerra a hacer la instrucción a África. Fue la primera vez que vio el mar.

Estuvo en el frente en Segovia, Zaragoza, Guadalajara y Cataluña. Como recompensa a sus méritos y buenos servicios le fueron concedidas tres medallas: una de campaña, una cruz roja y una cruz de guerra.

Tras 4 años 3 meses y 10 días volvió a Villarmún para casarse con una joven Lucrecia, que "le había estado guardando la ausencia", según explica él. Juntos tuvieron tres hijos (Priscila, Manuel y Ángel).

Compaginó su oficio de labrador con sus incansables paseos en bicicleta. Gustaba de bajar hasta León, donde cargaba a su compañera de dos ruedas de productos que llevaba hasta Villarmún. Éste fue su medio de transporte cuando se fue a trabajar en la ‘línea’ montando y pintando esas torres enormes que empezaban a cruzar el paisaje de la provincia llevando la alta tensión a todas partes. Hasta el Puerto del Manzanal llegó a pedalear para «traer el jornal a casa y algún regalín para sus chavales».

Con el paso de los años sus hijos, conocidos en toda la región, crecieron. Benjamín y Lucre comenzaron a recibir con alegría la llegada de sus nietos, 10; y después de sus biznietos, 14. Lucre no les conoció a todos, tras 69 años de matrimonio, dejó a ‘Jamín’ solo en el viaje de la vida.

Este popular vecino bromeaba con la idea de que, que si su primera biznieta no tardaba mucho, él podría tener tataranietos. Y así fue, hoy tiene dos tataranietos a los que se que hace carantoñas y que siempre le provocan una gran sonrisa.

Sus conocidos aseguran que «el abuelo Jamín a penas necesita su bastón, es independiente prácticamente para todo, se interesa por lo que su prole hace, lo que estudian los pequeños, los trabajos de los más mayores, y se preocupa porque todos estén bien».

Hace unos días, el entrañable Jamín soplaba las 100 velas de su tarta acompañado de todos sus seres queridos. «Queremos seguir disfrutando de tu compañía y charlar contigo cada vez que vengas por tu pueblo», expresaban sus conocidos. «Para ti nuestro cariño», han finalizado.
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