El entierro de... la mascarilla

La mascarilla —bozal, que dicen los amigos de leonesizarlo todo— es el escudo de armas frente a esta pandemia que nos parasitó nuestras vidas durante dos años, de momento y «si dios quiere», que decían las abuelas, que siempre fiaban al cielo la desconfianza en los habitantes de la tierra.

La mascarilla luce en las fachadas de nuestras caras como nuestra mejor arma de defensa, que es elmejor de los ataques como dicen los futboleros. Son nuestras espadas y flechas, las armas que muestran la inquebrantable apuesta por no rendirse, aunque con el dolor de ir dejando muchos soldados de paz en el camino.

Son tantas las ganas de ver la pancarta de la meta que cada cual las muestra como buenamente puede; a veces con mucha imaginación, como en esta farmacia leonesa en la que sumando la esperada y al menos aparente recta final los símbolos de estas fechas semanasanteras nos da como resultado la imagen de la fotografía, el entierro de la mascarilla.

Sin olvidar que su ausencia inicial sacó lo mejor de nuestras gentes. Ya son recuerdo, pero no deben ser olvido, los sanitarios envueltos en bolsas de basura a modo de mascarilla; a las abuelas de nuestros pueblos que desempolvaron las viejas máquinas de coser para hacer mascarillas... pensar que hay quien quiso hacer negocio da mucho asco.