El Dulce Nombre buscará el "consenso" en el Encuentro

El abad, Tomás Castro, asegura que se están estudiando varias fórmulas para posibles cambios en los que primará "la tradición y el sentimiento religioso"

Sergio Jorge
17/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
El abad del Dulce Nombre, Tomás Castro, en la sede de su empresa. | SAÚL ARÉN
El abad del Dulce Nombre, Tomás Castro, en la sede de su empresa. | SAÚL ARÉN
El domingo se convirtió en el nuevo abad de la cofradía Dulce Nombre de Jesús Nazareno, pero Tomás Castro ya ha tenido que lidiar con el ruido que se ha producido en torno a uno de los momentos más emblemáticos de la Semana Santa leonesa, el Encuentro de la procesión de los Pasos. Por eso aclara en primer lugar que nada está decidido, y que toda modificación se tomará «con el consenso» de todos los hermanos, primando «la tradición y el sentimiento religioso».

Según explica a este periódico, en este momento existe «un grupo de trabajo que es el que está estudiando varias opciones» de una posible modificación en el Encuentro. Un asunto que obedece, según insiste Castro, a la necesidad de garantizar «la seguridad» en un momento en el que se reúnen cerca de 9.000 personas entre papones y espectadores en la Plaza Mayor de León, después de que haya crecido de forma importante también el número de turistas que llega a la ciudad para vivir este acto. «Las salidas de evacuación las tenemos estudiadas, pero ahora son insuficientes», apunta el empresario leonés, que recuerda que se trata de una procesión que tarda en torno a hora y media en pasar y a ello se añade el tiempo que dura precisamente el Encuentro, con unos pasos muy pesados.

«Pero no se va a suprimir», aclara contundentemente, que especifica que las propuestas para cambios en la procesión, que podrían afectar no solo al propio Encuentro, se plantearán ante la junta de seises antes de final de año. La idea es que los planteamientos que sean viables sean aprobados para luego llevarlos a una asamblea extraordinaria de toda la cofradía, en la que los más de 4.400 hermanos de la penitencial puedan votar y elegir cuál es mejor, en el caso de que quieran cambiar o decidan finalmente dejar la procesión como actualmente se desarrolla.

Aunque Castro no quiere desvelar en qué consisten las propuestas que por ahora están sobre la mesa, y que aún deben ser perfiladas, algunas podrían suponer que hubiera «más capacidad para que el Encuentro lo vea más gente». También resalta que tres pasos (la Oración, el Nazareno y la Virgen) de esta procesión, mención especial en la declaración de interés turístico internacional de la Semana Santa de León, están geolocalizados desde el año 2015, lo que permite saber cuánto tarda cada uno en hacer el recorrido así como el tiempo que los papones están parados o andando. Estos datos también se tienen en cuenta a la hora de estudiar posibles modificaciones, ya que son fundamentales para calcular cómo afectaría cualquier cambio en el cortejo procesional.

«Es una procesión penitencial, los papones no van a la Plaza Mayor a lucirse», apunta Castro, que destaca también otro aspecto importante que tendrá que ser tenido en cuenta en los posibles cambios de la procesión en general y del Encuentro en particular: el poco tiempo que los participantes en la procesión tienen para estar con sus familiares en Santo Martino, teniendo en cuenta que muchos de ellos viven fuera de León, y las horas que se tardan desde que se inicia hasta que los pasos sean recogidos en Santa Nonia.

El nuevo abad también añade que estos cambios son una continuación, es decir, que ya se habían planteado anteriormente, tal y como sucede con otras cuestiones relativas a la organización interna de la cofradía, como la garantía de que se cumple con la ley de protección de datos al manejar la información sobre todos los hermanos, la mejora de la gestión de seguros y permisos o la creación de una agenda de patrimonio para incentivar la rehabilitación de tallas y enseres.

Castro pretende por tanto impulsar la innovación pero manteniendo las tradiciones, las que le conectan directamente con la entrada de su bisabuelo en el Dulce Nombre en 1922, o cuando él mismo llegó a la penitencial a los doce años. «Es un sentimiento que no se puede explicar si no lo vives», detalla el nuevo abad, que insiste en la importancia de la fe cristina para llegar a esta responsabilidad.
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