El duende del bosque

De la ardilla roja o ardilla común se contabilizan en la península ibérica hasta seis subespecies, según algunos estudios no carentes de polémica

Javier Valladares
23/08/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Si por algo es conocido este simpático animal es por su carácter sociable y sobre todo por su agilidad. | JAVIER VALLADARES
Si por algo es conocido este simpático animal es por su carácter sociable y sobre todo por su agilidad. | JAVIER VALLADARES
La ardilla roja o ardilla común creo que no necesita presentación. Es un roedor de mediano tamaño de hábitos fundamentalmente forestales y arborícolas. Presente en parques y jardines, y muy común en otros países de nuestro entorno, en nuestra provincia se puede encontrar de manera un tanto irregular, siempre ligado a las masas boscosas, especialmente de coníferas, aunque también frecuenta bosques de frondosas.

En la península ibérica se contabilizan hasta seis subespecies según algunos estudios, no carentes de polémica.

La ardilla roja o común tiene un tamaño de 20 a 24 cm, cola aparte, que puede llegar a medir casi otro tanto. El peso ronda entre los 200 y 500 gramos.

Pero si por algo es conocido este simpático animal es por su carácter tan sociable y sobre todo por su agilidad. Verlo trepar y saltar de un árbol a otro es todo un espectáculo.

Durante los dos últimos años he podido observar y fotografiar a una familia de estos animales en un pinar cercano a la capital leonesa. Un pequeño charco artificial con aporte regular de agua y unos frutos secos de vez en cuando hacen que la familia al completo acuda al lugar y me permitan fotografiarles y sobre todo disfrutar con sus juegos, carreras y sonidos. Hay ocasiones que no puedo aguantar la risa, de las monerías que hacen sobre todo las crías del año. Cualquier ruido extraño hace que desaparezcan en un abrir y cerrar de ojos con gran alboroto, pero su curiosidad les hace acudir rápidamente de nuevo al lugar.

En realidad la ardilla acepta la presencia humana con facilidad, y es muy habitual verla en jardines e incluso que llegue a admitir comida de la mano, pero en este reportaje solo muestro fotografías tomadas en un entorno natural y con ejemplares sin esa tolerancia al ser humano.

Su enorme cola le sirve de apoyo y punto de equilibrio cuando se encuentra por las alturas, donde pasa la mayor parte del tiempo. Se alimenta de frutos secos, en especial de los piñones de las piñas que pela con una habilidad asombrosa.
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