El dominio narrativo

Hermann informará a Jean Louis sobre cómo habrá de utilizar sus cualidades en favor de la Organización

Rubén G. Robles
27/08/2020
 Actualizado a 27/08/2020
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Los principales grupos empresariales, en los que están ya incluidos los medios de comunicación, están interesados en que nada se altere. Ellos han arrebatado la realidad de nuestras manos, de manos del individuo, al que obligan a pensar que nada puede ser de otra manera, pues no hay nadie que se atreva a poner en marcha otra narración.
–Nosotros le proponemos que se una a nuestra Organización para contribuir a deconstruir la realidad que nos fabrican, para ayudar a descubrir de qué manera están contribuyendo a alejar a los individuos de la realidad y la posibilidad de cambiar.
–¿Y de qué manera puede un profesor de Literatura Comparada de la Universidad, ayudar en un proceso que tiene implicaciones políticas y socio-económicas tan evidentes?
–¿Se da cuenta de que usted mismo ya es víctima de ese proceso de anulación de la voluntad? Veamos, con el simple hecho de desvelamiento de la realidad a los demás. Su misión no deja de ser una pequeña aportación que se habrá de unir a la del resto de los individuos que forman parte de este trabajo.
–¿Y qué se supone que debemos combatir?
–El poder transnacional de los grandes grupos empresariales y que controlan los principales sectores financieros de nuestras economías. Su poder reside en habernos hecho creer que no hay otra fórmula posible de convivencia. Debemos combatir esa creencia, recuperar la individualidad en una primera fase y el asociacionismo, el cooperativismo, después. El ciudadano debe saber que es libre y que entrega libremente su inteligencia y capacidades a la convivencia con el resto de individuos y eso solo es posible a través del cooperativismo, por oposición al corporativismo empresarial. La riqueza de un país son sus ciudadanos, pero al Estado no le interesa que se vea así.
–Me parece que es algo más complejo que todo eso.
–Su poder, el poder de estos grupos de presión, reside en habernos hecho creer que tienen ese poder y que pueden ejercerlo y que nos resulta imposible oponernos a él o formular otro modelo de convivencia, otro modelo de sociedad. Su éxito reside en convencernos de que tienen y pueden ejercer dicho poder, en el convencimiento de sus capacidades, obtenidas en base a una suma de intereses individuales.
–Me está queriendo decir que el mundo tal y como lo conocemos es una obra literaria. Y que realizamos cada día una lectura asistida de los hechos que suceden en todos los rincones del planeta.
–Yo no lo habría dicho de mejor modo.
–Entiendo. Entonces la mayor preocupación de nuestros dirigentes y élites es hacernos inválidos para poder introducir y hacer válida su visión del mundo.
–Así es.
–¿Me está diciendo que el gran Arquitecto, por ponerlo en palabras de un masón, es en realidad un escritor, que reescribe cada día la Historia del mundo, según la dirección e intereses que nos desean imponer?
–Sabía que no nos estábamos equivocando al elegirle.

Cuando terminó la conversación Jean Louis se encontraba con demasiadas ideas, pero sin el ánimo suficiente para analizarlas. Se le estaba pidiendo que se incorporara a la Organización dirigida por Hermann Feder y que contribuyera a que los individuos pudieran realizar por sus medios una lectura distinta del mundo. Pero, pensaba Jean Louis, de esa manera él mismo estaría impidiendo la libertad de los individuos de leer el mundo según su propia capacidad para leer.
–Debo salir fuera, discúlpeme.
–Por supuesto –le dijo Hermann.

Se puso el abrigo y salió a la calle, rue du Temple lucía frenética y diaria. Aún pensaba en Enrique Gil, su viaje a Prusia, el libro del Zohar, la mística y la cábala judías, la corona de hierro, las copas de ónix convertidas en el cáliz de la Última Cena... el holocausto judío, como obra de la mística y la cábala judías puesta en marcha para conseguir los territorios de Israel porque cuanto más elevado sea el nivel del servicio a Dios, más elevada será la nueva iluminación.

La cabeza le daba vueltas llena de las ideas, nombres, lugares y fechas que había escuchado durante los últimos meses. No podía evitar pensar que había sido víctima de sí mismo, al creer firmemente en todas aquellas historias donde se mezclaban lo literario y lo real.

Hermann, pensaba Jean Louis, criticaba el que nuestros estados dedicaran recursos materiales y humanos a mantener una fabulación favorable a sus intereses y a los intereses de los principales grupos financieros de carácter transnacional, arrebatando a los individuos la posibilidad de ejercer algún tipo de control sobre la realidad. Sin embargo, él mismo había fabricado una realidad, una fantasía, que había creado la ilusión y mantenido durante los últimos meses el interés del profesor francés. Necesitaba descansar la mente durante unos días, dejar de pensar en ello.

Paseaba bajo el cielo de una ciudad soleada después la tormenta. Jean Louis prefería no pensar en todo lo que había escuchado. Sometía toda su vida al escrutinio, como si nada de lo vivido hubiese sido voluntario y libremente decidido por él. Le parecía que incluso todo lo anterior había sido fruto de la fabricación. Ni Michelle, ni Mélina, ni sus clases en la Universidad, nada de aquello le parecía ahora que hubiese en realidad ocurrido de verdad. Pero él se había regido por unos valores que en nada se parecían a los valores de los demás, nada ni nadie habían condicionado sus decisiones, o eso, al menos, le parecía. Sentía ahora que su vida era una especie de invención de otro y que le impedían vivir a su manera, aunque si él mismo hubiese tenido que elegir una palabra secreta, habría sido, sin duda, compromiso y honestidad.

Continuaban dando vueltas en su cabeza el aro de hierro, la ampolla de vidrio, el cáliz de ónix y el libro del Zohar, eran todos ellos, elementos que componían una sinfonía que no dejaba de sonar.

Regresó a su apartamento en Rue du Temple. Si lo que querían era poner en duda los fundamentos en los que basaba su vida y que creyera que lo vivido hasta aquel momento no correspondía a lo real, tenía la sensación de que lo habían conseguido. Buscó el número de teléfono de la Organización.
–¿Qué ha pensado Monsieur Lecomte? –le preguntó Hermann al otro lado del auricular.
–Ustedes han recurrido a los métodos que pretenden combatir.
–Es cierto. Hemos querido que comprobara por usted mismo, que viera con claridad, qué es lo que está sucediendo, los métodos que se están utilizando y que no puede habitualmente advertir.
–¿Los nombres de las personas que he conocido y sus actividades son reales?
–Todo lo que ha vivido en las últimas semanas ha sido real. Los nombres de las personas, lo que han compartido con usted, todo era real. Los objetos de los que le han hablado también existen, las cartas, todo es real. Tan solo hemos dispuesto todos los elementos para que formaran parte de una narración con la que mantener su interés. No deja de ser una narración, una manera de contar las cosas construida a su medida. Y sí, hemos utilizado los mismos métodos que aquellos a quienes queremos combatir, pero piense una cosa, la historia es un género literario con mucho de ficción, la invención del vencedor.
–¿Dónde encajo, dentro del entramado de empresas y universidades que están trabajando para ustedes?
–De momento… seguirá viajando para aprender. Le hemos reservado un billete para Hong Kong, va a formar parte del equipo de negociaciones con un agente norteamericano, Edward, de la Agencia de Seguridad Nacional Estadounidense. Queremos saber si son reales las capacidades o se trata tan solo de una maniobra del Gobierno Estadounidense para liberar ciertas informaciones que favorezcan sus intereses.
–¿Qué les hace suponer eso?
–La crítica situación en cuanto a recursos humanos y materiales de los países occidentales pone en duda la veracidad de esas capacidades de escucha masiva de telecomunicaciones y almacenamiento de datos. Creemos que liberan la información de que poseen dichas capacidades como una medida disuasoria de seguridad.
–¿Es uno de los suyos? ¿Cómo ha dicho que se llama?
–Edward.
–¿Trabaja para ustedes?
–No, no he dicho eso. Pero tampoco descarto que pueda hacerlo. En estos momentos la falta de recursos es tan limitante, que los gobiernos de nuestros países deben inventar y dar a conocer ciertos recursos que no son reales, como fórmula para la intimidación, más bien una fórmula literaria de disuasión.
–¿No son reales las capacidades de almacenamiento masivo de datos personales de todos los usuarios de internet?
–Tampoco he dicho eso. Es probable que existan, pero no aún al nivel necesario para provocar cambios de gran magnitud, o movimientos sociales de gran relevancia y dirigidos al logro de determinados y muy específicos objetivos.
–¿Tipo Primavera Árabe, Revolución Naranja, etc…?
–Exacto, aún no es posible provocarlos, y de tener responsabilidad en el origen, de poder provocarlos, no se ejerce ningún control sobre el movimiento y sus consecuencias. Aún es volátil, imprevisible, se encuentran en una fase de experimentación.
Luego, usted considera que de algún modo sí que están interviniendo las agencias de seguridad en los comportamientos y actitudes de los ciudadanos con respecto a sus gobernantes.
–¿Conoce usted las Informationen Truppen de Rudolph Hess?
–No.
–Los grupos de propaganda de la Alemania de Hitler estaban formados por escenógrafos, tramoyistas, historiadores, periodistas, escritores, locutores de radio, gente del mundo del teatro, etc… todos ellos con grandes capacidades para la creación de una realidad creíble, verosímil. Elaboraban propaganda blanca y negra en las denominadas Psy Ops que ahorró numerosos recursos a la Alemania nazi. Los aliados, en cambio, tomaron como modelo los grupos británicos creados para equilibrar las capacidades alemanas. Poco a poco la maquinaria estadounidense superó el modelo primitivo y se puso a la cabeza.
–¿Quiere decir que las actuales capacidades tecnológicas están a ese nivel y trabajan con los mismos fines que aquellos primitivos grupos de información?
–Aunque le parezca mentira, aún seguimos con las reglas del teatro del Siglo de Oro español y de la tragedia y la comedia griegas.
-–No entiendo qué conocimientos puedo aportar.
–Como profesor de literatura comparada deberá escuchar al señor Edward y ver qué posibilidades hay de que sea verdad lo que nos dice o se trate de un relato sin más. Saber si se trata de un relato inventado, o tiene posibilidades de ser real.
–¿Me entrevistaré con él personalmente?
–Formará parte del grupo que lo hará. Usted es un experto en la creación literaria, sabe reconocer cuáles son los mecanismos de un buen relato. Recuerde que con las primeras líneas del relato del marqués de Vadillo usted supo identificar el estilo literario de su escritor.Va a acompañar a Marie Hereuse, se encargará de ver en el relato del señor Edward algún detalle que le pueda delatar, demostrar si se trata de una fabricación, de una Psy Ops encaminada a la fabricación de miedo y consentimiento, tan solo queremos saber si se trata de una fábula literaria, me refiero a la información que está soltando sobre las capacidades de escucha masiva del gobierno norteamericano. Mañana se va a Hong Kong, descanse –y colgó.

Jean Louis estaba algo desconcertado, sin embargo mantenía la voluntad de saber más, de avanzar, de conocer. Se puso el pijama, se lavó los dientes y al meterse en la cama se sumergió de nuevo en el torbellino confuso de nombres, fechas y lugares y algunas cosas que a veces es mejor que un ser humano nunca se llegue a sí mismo a confesar.

En la entrega de mañana Marie y Jean Louis Lecomte conocerán a Edward en Hong Kong.
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