El dolor dura más

19/11/2015
 Actualizado a 11/08/2019
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En todos los rincones, en todos los corazones, en cientos de ciudades, se encienden velas, se colocan flores, se lanzan besos, se dibujan palomas, se suman solidaridades...

Pero las velas se irán apagando. Las flores se quemarán con las heladas. Las palomas volarán. Las solidaridades encenderán otra vez sus rescoldos cuando los telediarios repitan las imágenes, cada 13 de noviembre, cada nueva locura...

Pero el dolor dura más. Mucho más.

Pero el miedo dura más. Mucho más.

Pero el olvido es más largo. Mucho más largo.

Pero el silencio es cruel. Mucho más cruel.

Ya hace más de diez años de aquella barbarie similar en los trenes de Atocha y ayer mismo me impresionó ver el dolor en la cara de alguien que lo sufrió, de alguien que ha vuelto a ver repetidos aquellos miedos con estas nuevas sinrazones parisinas. No se acaba el tormento para quien llegó a esta tierra huyendo de los fantasmas, porque era incapaz de volver a subir a un tren, porque era incapaz de volver a vivir después de verse rodeada de muerte, porque era incapaz de comer y perdió más de medio cuerpo, porque era incapaz de entender aquel lugar en el que le explotó la vida en la cara...

Se fue del lugar del dolor, llegó aquí, va recuperando su vida ‘de aquella manera’ pero lleva unos días en los que todas las imágenes, todas las televisiones, todas las palabras, todas las radios, todos los vecinos... le golpean hasta descerrajar el candado de los recuerdos y los miedos.

El dolor siempre dura más que las velas de la solidaridad.

Y su llama quema más que la luz.
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