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‘El dinosaurio’

31/12/2020
 Actualizado a 31/12/2020
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Hoy se cumple justo un año del 31 de diciembre en el que China informó al mundo de 27 casos de una neumonía desconocida. El resto... es historia. 2020 nos ha sacudido tanto que todos contamos las horas para quitarnos de encima a semejante hijoputa. Eso sí, evitando decir en voz alta una verdad demasiado incómoda: la pandemia no termina con 2020. Mañana será otro día y otro año pero… cuando despertemos, el dinosaurio del Covid todavía estará aquí.

Lo único que parece no haber cambiado en esta Nochevieja es la tendencia a hacer balances. Esta columna quizá debería ser uno más, pero asumo mi fracaso a la hora de encontrar palabras para describir esta sensación de haber vivido un capítulo tras otro de una futura temporada de ‘Cuéntame’. Sin embargo, quiero comentar un error que veo unánime en todos esos balances: la necesidad de olvidar para pasar página.

Tanto a nivel individual como colectivo, la memoria de las malas rachas es lo único que ha dotado de cierta longevidad a las buenas. No hay mayor fuente de inspiración que las cicatrices, pruebas fehacientes de la fortaleza del alma humana y del carácter pasajero de todo problema. Así que no. No debemos olvidar 2020 ni su primavera enjaulada. Ni sus silencios ni sus miedos. Ni sus calles vacías ni sus colas del hambre llenas. Sobre todo, no debemos olvidar a sus muertos porque nadie nos recordará tanto el inigualable prodigio de estar vivos. Y es que solo comprende la libertad quien una vez fue privado de ella, no hay corazón que ame más que aquel que un día rompieron y la verdadera felicidad siempre se alza por encima de grandes sufrimientos. Puestos a hacer balance de un año en el que prácticamente hemos vivido del recuerdo de tiempos mejores, creo que lo que debemos llevarnos es justo la memoria de los peores.

Ya les digo que este año me ha dejado sin palabras, así que para poner a 2020 su merecido y deseado epitafio recurriré al más bello que conozco. A los pies de lo que un día fue el ‘World Trade Center’ de Nueva York descansa una frase del poeta romano Virgilio: ‘Ningún día te borrará de la memoria del tiempo’. Memoria y tiempo, justo lo que nos hace falta para que un día, cuando despertemos, el dinosaurio se haya ido. Para que en el próximo 31 de diciembre podamos gritar lo que en este solo es un deseo: ¡Feliz 2021!
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