miguel-angel-cercas.jpg

El dilema de las redes

20/10/2020
 Actualizado a 20/10/2020
Guardar
Intuía su trascendencia, pero me lo ha confirmado el documental de Netflix ‘El dilema de las redes’ (‘The Social Dilemma’). Se puede visualizar en ‘Documaniatv’, dura hora y media y es muy recomendable.

Entrevistan a personas que trabajan o han trabajado –algunos lo dejaron por cuestiones éticas– para ‘Facebook’, ‘Instagram’, ‘Google’, ‘YouTube’ o ‘Twiter’ y son ellos precisamente quienes se muestran preocupados por la relación entre las redes sociales y la salud mental (aumento de casos de suicidios y de quienes se dañan a sí mismos), la adicción que provocan o la dificultad de distinguir noticias reales y falsas. Insisten en que se ha perdido el rumbo y que no consideraron la otra cara de la moneda, de ahí el ‘dilema’.

«Si no pagas por el producto, tú eres el producto». ¿Quiénes son los clientes de las redes sociales?: los anunciantes. ¿Y el producto? Cada usuario. Su modelo de negocio consiste en que cada vez más cantidad de personas estén pegadas a la pantalla. Hay quien piensa, como el autor de ‘Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato’, que es más sibilino: «Se trata del cambio ligero, gradual e imperceptible de tu comportamiento y de tu percepción». Las redes sociales tienen tres objetivos: que aumente su uso, que crezcan –amigo invita a amigo– y publicidad. Por eso interesa que la gente conecte entre ellas: para ganar dinero.

Si tienes muchos datos, puedes hacer buenas predicciones y dar certezas a tus anunciantes; y eso vale mucho dinero. Si saben quién eres, lo que piensas, tus gustos, qué es lo que vas a hacer (en ‘Facebook’ construyen modelos que predicen nuestras acciones), pueden influirte y manipularte; y eso vale mucho dinero.

Para este objetivo usan técnicas de psicología persuasiva, pues sus trabajadores son genios del comportamiento: el «refuerzo intermitente positivo» para crearte hábitos inconscientes, la necesidad de recibir ‘Me gusta’ para mantener la estima, el ‘etiquetar’ la fotos para el reconocimiento y validación social… Se trata, en definitiva, de explotar lo vulnerable de cada uno. Su uso desmedido afecta a la autoestima y a la propia identidad generando un falso sentido de la percepción y una frágil popularidad que deja vacío porque, en cada chute de dopamina, necesitas más y más estímulos.

Después de ver este documental me salgo del túnel y así dejo tiempo para pasear y conversar por La Candamia.
Lo más leído