El dilema de Juan Benet y ‘Volverás a Región’

Por José Javier Carrasco

17/03/2021
 Actualizado a 17/03/2021
El escritor Juan Benet.
El escritor Juan Benet.
'Volverás a Región’, la primera novela de Juan Benet, se inicia con el anuncio de un fracaso, el del viajero que pretenda conocer lo más agreste de Región, quien no irá más allá del desierto que precede a la sierra donde se abandonará a su destino, el de acabar a merced de los pájaros negros, hermosos y extraños, que le sobrevuelan. Metáfora de la propia obra, de la creación de la novela con la que el autor solo logrará asomarse, aproximarse, a su objetivo, pero sin alcanzarlo y que quizá consiste en intentar reflejar esa primera impresión que una tierra desconocida nos provoca, despertando, en lo más profundo de nosotros, el eco de lo vivido en otras ocasiones, en otros momentos, evocación tal vez de un sueño, y que siempre se borra antes de haberlo aprehendido, de hacerlo nuestro, dejando el sabor amargo de una experiencia inacabada, a la que resulta peligroso volver, pues el nuevo espacio queda bajo la vigilancia de un fiero guardián, Numa, que como un tártaro no deja de recorrerlo durante la noche con los ojos cerrados. En él se encarna el miedo visceral a lo desconocido, representado por un paisaje inhóspito donde conviven seres aislados, incomunicados entre sí, que son parte de la leyenda de Región, que como todo arcano despierta en nosotros el deseo de saber más, de confundirnos con una realidad que, teñida de misterio, nos desborda. La confrontación de dos mundos, el urbano y cosmopolita –representado por Juan Benet, un culto ingeniero madrileño de treinta y cinco años, que a diferencia de K el desorientado agrimensor de la novela ‘El castillo’ de Franz Kafka, sí tiene un proyecto perfectamente definido en el plano práctico, aunque borroso y problemático en el plano moral, construir el embalse del Porma y sepultar, al mismo tiempo, bajo las aguas seis pueblos– , y el rural y tradicional, representado por los anónimos habitantes de los pueblos condenados a desaparecer, se resuelve con la culminación del proyecto –que se alargaría cerca de siete años, tras ser inaugurado en junio de 1969 por Federico Silva Muñoz ministro de Obras Públicas– y el nacimiento en el lapsus de dos años, entre 1962 y 1964, de un nuevo territorio mítico a nivel literario, ‘Región’, que algunos críticos igualan a los creados por William Faulkner, Juan Carlos Onetti o Juan Rulfo. Sorprendente solución a la ecuación moral planteada a Juan Benet, de estricta ideología socialista, con una profesión poco dada a evasiones, que por razones de trabajo se tiene que prestar a dar forma a un proyecto de grave impacto ambiental, inapelable en las formas y los plazos para su ejecución, nada menos que una novela de culto, que como recordaba un periodista al autor en una entrevista, se creaba evocando con palabras trasladadas a una cuartilla durante las noches lo que el ingeniero se veía obligado a hacer desaparecer durante el día, repasando fríos números en un tablero.
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