El difícil equilibrio comercial

El cierre del pequeño comercio en los pueblos, pese a la buena voluntad que se pueda poner, tiene una difícil solución en el ámbito privado ante la excesiva competencia con los grandes centros comerciales de las ciudades y ahora el comercio electrónico

Las soluciones políticas no se deben alargar excesivamente en el tiempo porque entonces ya no serán necesarias
17/11/2019
 Actualizado a 17/11/2019
El abandono de los pueblos sigue haciendo correr más que ríos de tinta auténticos mares. Todo el mundo ya conoce perfectamente el problema, incluidos los responsables políticos a todos los niveles, locales, provinciales, autonómicos e incluso nacionales como se pudo ver en la reciente campaña electoral. Otra cosa es que encima de la mesa se pongan soluciones por ejemplo al cierre de los comercios que hoy reflejan las páginas de este periódico. Obviamente, a menor población se reduce el número de clientes y por lo tanto el beneficio, lo que unido a la ‘esclavitud’ que supone tener la tienda (nunca se deja de atender a un vecino que tiene una necesidad de comprar algo) acaba provocando que muchos comerciantes se intenten buscar otros trabajo que les permita disponer de otro estilo de vida. Así resulta cada vez más difícil poder comprar en los pueblos si no es a esos vendedores ambulantes de furgonetas que por ejemplo te llevan pescado, carne o congelados, pero con la limitación que supone el espacio y por lo tanto la desventaja para el cliente que no dispone de lo que desearía, además de ser en un horario fijo.

Por lo tanto la solución no deja de ser política, pero mejor que sea sin comisiones de estudio que nunca llegan a nada, si no con los verdaderos necesitados del servicio, que son los vecinos de los pueblos. Lo que muchos podrían pensar en este caso, y que en muchos foros ya han propuesto, es que las leyes y condiciones que deban cumplir estos establecimientos sean menos rigurosas (sólo en el apartado económico o de horarios, pero nunca en el sanitario). Ahí surgiría el problema de si se puede llegar eso a considerar como una competencia desleal, pero como todos los que han vivido en los pueblos saben perfectamente, ese es otro servicio que en las ciudades lo ven como lógico pero ellos no tienen.
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