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El diablillo y las moscas

29/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Hala, pues ya tenemos el selfie con el famoso Segodeus Aquaeductis Artifex, el diablillo gordo y bonachón que a su vez está para la eternidad haciéndose un selfie ante el Acueducto de Segovia. Dice la leyenda que lo construyó en una noche, al contrario de lo que hacía el famoso topo de la Catedral. Y fíjense, mientras el topo fue alzado a un lugar preferente sobre una de las puertas de la Pulchra Leonina para ejemplarizar al resto de topos leoneses, al diablillo segoviano lo llevaron a los tribunales porque hería sensibilidades.

Y la denuncia no partió de los posibles descendientes de los esforzados romanos y esclavos y, en general, mano de obra que levantara el impresionante acueducto, sino de una asociciación vecinal y religiosa –San Miguel y San Frutos–, que no se conforma con el sitio preferente de la Virgen en el milenario monumento, donde antes estuvieran los emperadores Trajano, Adriano o alguna deidad de esas suyas. Los distintos jueces no vieron tanta herida en la sensibilidad de los denunciantes y la escultura pasa los días ahí, sentado en el murete, en su perpetua pose de instagramer, de la que le dotó el artista Juan Antonio Abella con el mecenazgo del empresario José Luis Herrera.

Aquí, en León, también tenemos polémicas esculturas enfrente del Centro de Interpretación Romano: el famoso conjunto de las moscas, el unicornio, Eolo y la Celda de Vanitas de Arroyo. Como el diablillo del Acueducto, la relevante obra del lacianiego sufrió el juicio popular y el administrativo, además de recibir parecidas lindezas a las que recibió el demonio castellano. Todas las opiniones son respetables y creo que es bueno que haya debate. Qué mejor signo de que algo es original que la crítica de los que llevan siglos haciendo lo mismo. Aunque al saturado personal de los tribunales le gustaría mayor consenso.
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