El despropósito de Feve

Siguen pasando las hojas del calendario –sería más exacto referirse a los calendarios, porque hace ya casi nueve años desde que se inició el proyecto– y nadie aporta certidumbre alguna sobre la situación de la línea de Feve en su acceso al centro de León. Primero fue un proyecto quizá demasiado ambicioso por estar diseñado –de la mano de Zapatero– durante los años en los que la anterior crisis, la de 2008, todavía no había mostrado toda su virulencia (con ramales de tranvía al Hospital y al campus de la Universidad de León). Luego –ya con Rajoy el frente del Gobierno de España– vinieron los recortes presupuestarios, que se tradujeron en la supresión de los citados ramales y en la electrificación del trazado. Pero los problemas de la integración de Feve han ido mucho más allá, puesto que posteriormente hubo complicaciones con la adquisición de los trenes-tranvía y con la normativa que debe regular su uso y que –años después– sigue sin estar lista. Las últimas noticias al respecto son del pasado mes de febrero y aseguran que el Ministerio de Transportes «mantiene su compromiso de completar el marco normativo y regulador adaptado a las características de la infraestructura a la mayor brevedad posible». Sigue en todo caso sin haber una fecha concreta para que el tren-tranvía comience a funcionar. Y ello pese a que en septiembre de 2018, ya con el nuevo Gobierno, se anunciaba que ya se había elaborado la normativa tranviaria y que el Gobierno estaba ultimando la redacción de un Real Decreto que la hiciese efectiva. Y mientras, la obra civil de la integración se sigue deteriorando y se demoran iniciativas municipales como la ampliación de Espacio Vías en el edificio que albergaba el muelle y los aseos de la estación de Padre Isla. Y todo ello porque tampoco se urbaniza su entorno, lo que agranda aún más el despropósito de Feve.