El descanso del guerrero

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
12/01/2022
 Actualizado a 12/01/2022
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Allá por julio de 2012 hice el último examen de la licenciatura. Deontología de la información, uno de esos bodrios infumables que hay que meter en un plan de estudios porque suena muy rimbombante pero que a la hora de la verdad no es más que una chapa interminable de un fulano que aprovecha para vender 60 copias de su libro y así sentirse un escritor de éxito.

El caso es que, después de cinco años de carrera y con ganas de empezar a ser un adulto de verdad de una vez por todas, para mí aquella asignatura, aunque no tuviera hidras ni dragones -ojalá los hubiera tenido- fue como hacer las doce pruebas de Hércules.

Aún así, y aunque suene presuntuoso, la verdad es que lo bordé. Seguramente fue uno de los mejores exámenes que haya hecho en mi vida, lo que no quita que al salir de la facultad para lo único que tuve fuerza fue para llegar a mi casa y dejarme caer en la cama.

Y allí estuve horas, porque todo el agotamiento y el desgaste, por mucho que luches por mantenerte a tope e incluso todas las horas de trabajo den sus frutos, no perdona, ya seas un estudiante que lleve 5 años de su vida pegado a los libros o un futbolista que después de seis meses dando el 120% para dar campanada tras campanada.

Creo que para la Deportiva, por mucho de que el mini parón navideño haya sido hace nada, tener de nuevo un descanso este fin de semana es una bendición. Porque incluso ‘espartanos’ como Paris Adot lo necesitan.

Contra el Zaragoza, cuatro días después de una prórroga ante un Espanyol que no se reservó nada, la Ponferradina jugó una primera parte a la que solo le faltó el gol para llevarse el sobresaliente. Y por mucho que intentase romper el cerrojo en la segunda, quedó claro que el equipo estaba, físicamente, al límite.

Incluso con amistoso este sábado, el descanso de competición oficial debe servir para descansar las piernas y también para oxigenar la cabeza.

Tan importante es saber gestionar la confianza, las emociones, las buenas rachas y las malas, como estar a punto a nivel físico, aunque después de ver el despliegue de Paris o las batallas de Enrich con los centrales, no me cabe duda de que nadie bajara los brazos, al menos, voluntariamente.

Es la hora del descanso del guerrero. Nos vemos en El Alcoraz.
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