El deporte une lo que la guerra separa

La ciclista ucraniana Marinka Varenik y la rusa Anastasia Lebedeva comparten equipo en el Eneicat leonés y también habitación en la residencia universitaria de La Asunción

Jesús Coca Aguilera
17/03/2022
 Actualizado a 17/03/2022
Anastasia Levedeba, a la izquierda, y Marinka Varenik, a la derecha, en la residencia antes de entrenar. | L.N.C.
Anastasia Levedeba, a la izquierda, y Marinka Varenik, a la derecha, en la residencia antes de entrenar. | L.N.C.
Cuando a finales del 2021 el conjunto leonés de ciclismo femenino Eneicat cerraba los fichajes de la joven ciclista ucraniana Marinka Varenik y de la más veterana rusa Anastasia Lebedeva, nunca se imaginó que meses después esa combinación de países en la misma plantilla podía suponer una bomba de relojería o al menos un posible motivo de conflicto.

Sin embargo, que dos países entren en guerra por las decisiones de los dirigentes no tiene por qué afectar a la relación entre todos sus ciudadanos, por dura que esté siendo la situación en Ucrania ahora mismo por la invasión de Rusia. A veces, como en las dos ciclistas del equipo leonés, el deporte une lo que la guerra separa.

Y es que Marinka y Anastasia no sólo comparten club, sino también entrenamientos y hasta habitación, pues ahora viven juntas en la residencia universitaria de La Asunción y en sus primeros días en España lo hicieron en la casa de su directora, Eneritz Iturriaga, que las acogió como si fueran de su familia cuando se incorporaron apenas unos días después de estallar el conflicto.

Humberto: «Hablamos con ellas antes de juntarlas, sin historias políticas sino como la familia que somos aquí» A Marinka, de 21 años, el inicio de la guerra le pilló en Turquía entrenando con la selección ucraniana. Eso facilitó su salida, la cual acabó siendo organizada por el Eneicat, que le trajo a España vía Frankfurt y le está facilitando las cosas para que pueda establecerse de forma definitiva.

«El fichaje se produce porque su entrenador es muy amigo nuestro, quiere dedicarse al ciclismo y sabe que si vuelve para allá ahora eso se acabó, así que quiere quedarse y nosotros la trajimos, acogimos y organizamos sus papeles y contrato laboral», explica el también director del Eneicat Humberto Gómez, que valoró la opción de juntarle con otra persona que pudiera hablar su mismo idioma.

Porque apenas una semana antes también había llegado a España para incorporarse a la temporada la rusa Anastasia, que venía de participar en los Juegos Olímpicos de Tokio aunque en otro deporte completamente diferente como es el remo, pero que tiene unas tremendas cualidades que le han llevado a dar ahora un salto no muy habitual hacia el ciclismo profesional.

«Por supuesto antes hablamos con ellas, sin historias políticas sino como la familia que queremos ser en este equipo», señala Humberto sobre la decisión de ponerlas a convivir para que pudieran apoyarse entre ellas.

Anastasia: «Tenemos una relación muy cálida y amistosa entre nosotras, nos ayudamos la una a la otra» Y así fue, con el deporte intentando hacer olvidar a Marinka lo que vive en el día a día. Porque cuando por fin aterrizó en España y los responsables del Eneicat fueron a recogerla, en el coche le daban ataques de ansiedad. «No entendía nada, te decía que esto era un sin sentido, al final has dejado gran parte de tu vida atrás y te has venido con una maleta a otro país», señala Humberto.

De hecho, el equipo leonés se ofreció también «a traer a sus padres, buscarles sitio en León, porque ellos están en un búnker en Ucrania, pero no quieren salir de allí, que es algo que también es entendible».

«Contacto con ellos todos los días», señalaba a La Nueva Crónica Marinka, de 21 años,que reconoce que tiene «una relación normal» con Anastasia que en absoluto se ve afectada por el conflicto entre sus países y quiere «dar las gracias al Eneicat por todo lo que ha hecho, estoy contenta de estar trabajando con ellos», teniendo claro que estará en León al menos «todo el periodo que duren las competiciones».

Marinka: «Estoy contenta de estar en León y de todo lo que el Eneicat ha hecho por mí durante este tiempo» Ni ella ni su compañera quieren entrar a valorar nada del conflicto, apuntando eso sí la rusa Anastasia sobre cómo se llevan que «tenemos una relación muy cálida y amistosa entre nosotras, nos ayudamos la una a la otra».

A sus 29 años León es otra experiencia para ella y la está disfrutando, pues «los primeros días aquí han ido muy bien, me han recibido muy amigablemente y estoy contenta de trabajar en un ambiente tan positivo», destacando de la ciudad que «es un lugar muy interesante, con lugares preciosos en los alrededores, me encanta estar aquí y la actitud que la gente tiene».

Un punto de encuentro para olvidar y disfrutar. Para cambiar las tragedias por alegrías y que el ciclismo sea además de un oficio una vía de escape.
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