20/05/2022
 Actualizado a 20/05/2022
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El fin de semana pasado tuvo lugar la final de Eurovisión. Una noticia menor a primera vista pero que, por un momento, hizo que casi 7 millones de españoles nos sentásemos ante el televisor con una ilusión común: ver el espectáculo que dio la representante española, Chanel, y confiar en que podría dejar a nuestro país en buen lugar.

Se dice pronto, la mitad de los españoles que esa noche estaban delante de sus televisores, estaban viendo la final de Eurovisión, ahí es nada… Reitero mi reflexión de la semana pasada cuando les decía que la sociedad en la que vivimos está muy necesitada de acontecimientos felices por los que brindar y alegrarse.

Me cuesta creer que de la noche a la mañana hayan aparecido tantos ‘eurofans’ cuando hasta ahora solo sabía de la mujer de Tudanca, de mí mismo y de pocos más, los que no nos avergonzásemos de declararnos fans de Eurovisión. Creo que tiene algo más que ver con la tendencia que tenemos los españoles de llevarlo todo al terreno político y hacer ‘casus belli’ de cualquier tontería, ya sea un encuentro deportivo, una película, el contenido de un libro o el culo de una cantante en un festival de música.

Los de siempre, los partidarios del pensamiento único, los dispensadores de moralina, los que se sienten con la autoridad de etiquetar qué es correcto e incorrecto, ya habían encendido la máquina de picar carne para destrozar a Chanel Terrero, una chica de 30 años, una actriz y cantante hispano-cubana cuyo pecado había sido ofender a las feministas más radicales y a la izquierda más rancia (Dios nos libre de los capillitas de izquierda), por cantar una canción con una letra que consideraban inadecuada y si eso fuera poco pecado, bailar de manera insinuante, ‘ligera’ de ropa. Como si todavía campase la Inquisición.

Lo más curioso es que, como esta gente intolerante suele carecer de pensamiento propio y van modulando sus opiniones según venga el viento o diga una cosa u otra alguno gurú político o televisivo metido a ingeniero social, de la noche a la mañana las críticas se convirtieron en alabanzas y si hasta hace unos días, que Chanel enseñase más o menos culo era fruto de la opresión heteropatriarcal, ahora ese mismo lucimiento de culo es una muestra de empoderamiento femenino y de lucha contra el machirulo hispánico.

Con lo fácil que es tener una actitud liberal ante la vida y que cada uno haga lo que quiera, siempre que respete las libertades de los otros… Siempre hay mesías de lo políticamente correcto y del enfrentamiento que, con tal de imponer su forma de pensar, se pasan por el forro cualquier libertad individual y la capacidad sagrada de decidir nuestro camino, incluso hasta para elegir lo que nos hace daño.

El mismo título de este artículo seguro que ha podido ofender a más de uno. Si es usted de esos y ha llegado leyendo hasta aquí, hágaselo mirar porque además de ser un ofendidito es un pelín masoquista.
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