El Cristo que se salvó de morir quemado "por rojo"

Un libro sobre la Revolución del 34 y la festividad de Santa Bárbara ponen de actualidad una curiosa historia minera, la del Cristo Rojo de Bembibre, indultado de morir quemado "por ser de los nuestros"

Fulgencio Fernández
08/12/2019
 Actualizado a 08/12/2019
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La llamada Revolución de Octubre de 1934 siempre se ha vinculado a unos protagonistas, los mineros, y a una tierra, el Principado de Asturias. Sin embargo, también están documentada la presencia de esta revuelta en tierras leonesas, especialmente en las cuencas mineras de la provincia, también de alguna manera en la capital, donde por ejemplo se requisaron autobuses o se suspendió el Campeonato Provincial de Lucha Leonesa.

Y precisamente en Bembibre, en la cuenca minera del Bierzo, se produjo una curiosa historia, del indulto para no arder bajo las llamas de una imagen, la del Sagrado Corazón de Bembibre, cuyo indulto aparecía explicado en una nota manuscrita sobre su pecho que decía textualmente «Cristo Rojo, a ti respetamos por ser de los nuestros»; en referencia a que esta imagen lleva una túnica que realmente era grana.

Vuelve a ser actualidad la historia por celebrarse esta semana Santa Bárbara, la patrona de los mineros, y también porque ha llegado a las librerías una nueva entrega de la trilogía ‘La balada del Norte’, del ilustrador asturiano Alfonso Zapico, que pese a centrarse fundamentalmente en Asturias sí recoge este pasaje ilustrado del Cristo Rojo.

Aquella historia, que ocurrió un domingo, el 7 de octubre de 1934 a las 11 de la mañana, llegó a ser portada de la Revista Estampa el día 20 de octubre (la publicación costaba 30 céntimos, de peseta claro) con un pie de foto en el que se podía leer: «La imagen del Sagrado Corazón que los revolucionarios de Bembibre se llevaron a las barricadas» y también se recoge un detalle del cartel que le habían puesto explicando el indulto.

El relato de los hechos dice que aquella mañana «doscientos revolucionarios de la cuenca del Sil bajaron de las montañas y tomaron Bembibre ante el asombro de sus gentes. Después, la historia se vuelve revuelta. Con la iglesia en llamas, salvaron la imagen del Sagrado Corazón con su túnica grana y la dejaron en mitad de la plaza con un letrero que rezaba: «Cristo Rojo, a ti respetamos por ser de los nuestros». Y así fue como el Cristo de Bembibre, que había sobrevivido a ocupaciones, guerras y revueltas, se salvó de nuevo milagrosamente».

Lo que vino después ya tiene mucho menos de anécdota.
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