"El crimen de Isabel Carrasco es una trama berlanguiana"

Ricardo Magaz acaba de publicar ‘El quinto mandamiento. Diario de crimen y castigo’, en el que el leonés, a modo de dietario, exterioriza los afanes con el true crime y su quehacer como profesor de Fenomenología Criminal en UNED-IUGM

Fulgencio Fernández
29/05/2023
 Actualizado a 29/05/2023
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Ricardo Magaz, leonés y cepedano ejerciente, es policía, profesor de Criminología y escritor de largo recorrido, en diversos géneros. Ahora muestra su visión más personal de la novela negra con una especie de dietario que ha titulado ‘El quinto mandamiento. Diario de crimen y castigo’

– Su nuevo libro sobre el quinto mandamiento, no matarás, nos anuncia una especie de diario o dietario sobre la relación que mantiene con el true crime, el crimen real, al que se acerca por su profesión en cualquiera de las facetas que la ha ejercido o ejerce ¿Qué nos cuenta en él?
– El quinto mandamiento: diario de crimen y castigo lo empecé a escribir en abril de 2020 con el confinamiento y Dostoievski encima de la mesa. Es un diario, un registro de memoria entre lo personal y el columnismo, entre la espada y la pluma, entre González-Ruano y Umbral, partiendo siempre de un planteamiento criminalista de concisión. Como digo en el libro, si hay que escoger entre varias teorías se ha de elegir la que observa la realidad. Para perder el tiempo ya tenemos a los tertulianos mediáticos todoterreno.

– ¿Qué le llevó a elegir este género? ¿Nos cuenta intimidades? ¿Descubriremos a otro Ricardo Magaz?
–Se suele decir con ironía que si quieres guardar bien un secreto solo tienes que publicarlo en un libro. No, no cuento ninguna intimidad de mi vida, pese a que se trata de un diario, un cuaderno de bitácora. Lo que sí detallo es mi opinión sin cortapisas ni autocensura de los crímenes en los que he trabajado, además de meterle mano al narcotráfico, al “crimen sin fronteras”, al terrorismo o la ciencia policial, entre otras materias. Todo true crime.

– Sabe que siempre se les supone a los policías/escritores, de los que en León hay algún ejemplo más, que saben demasiadas cosas que no pueden contar y la ficción les ayuda?
– Hay un cierto grado de leyenda urbana pero es verdad. A veces la ficción ayuda a sortear obstáculos legales que de otro modo te complicarían la vida cuando sacas libro, o que directamente no puedes contar porque es un asunto delicadísimo que has conocido oficialmente por el trabajo y aún no ha pasado el tiempo suficiente que lo amortice. Por otro lado, conviene evitar el morbo y la “casquería” al exponer los casos; eso ayuda a la hora de escribir, ya sea novela o ensayo.

– Otra de las características de las tramas de sus novelas negras o policíacas es que el lector siempre anda indagando a ver si descubre quién se esconde en la realidad detrás de cada personaje, ¿juegan con ello?
–Es un recurso muy del género negro. Creo que todos los que escribimos hemos echado mano de esa herramienta literaria en la ficción. Confieso que cuando tengo que recrear a los malos intento inspirarme en algún personaje real deleznable que se acomode a mi propósito narrativo. Los telediarios facilitan mucho ese trabajo. Sin embargo, el héroe, que en la novela policíaca a veces tiene un cierto toque antihéroe, lo puedes diseñar a la carta.

– ¿Vive la novela negra un buen momento en España? ¿Y las series televisivas?
– Desde hace tres o cuatro décadas, sí, sin duda. El género negro está puesto en valor y en general con una calidad excelente. Hace mucho tiempo que dejó de ser una lectura de descanso intelectual junto a la novela rosa y el western. Hoy las librerías están llenas de volúmenes negros. En cuanto a las series televisivas policiacas, hay de todo. He participado en guiones que me pasaron para reescribir donde se notaba mucho desconocimiento corporativo y fantasías policiales poco verosímiles.

–¿El caso de Isabel Carrasco le marcó un punto de inflexión? ¿Cómo le influyó a Ricardo Magaz que lo siguió día a día y debía analizarlo en numerosos medios de comunicación a nivel nacional?
–Trabajé mucho tiempo en el asesinato de Isabel Carrasco para las televisiones y los periódicos. En El quinto mandamiento dedico algunas entradas al caso. Me influyó bastante porque, además, el padre de Triana y marido de Montserrat era compañero mío en la policía y amigo, y Raquel Gago, ejercía de agente de la Policía Local de León. Por si esto fuera poco, con algunos de los investigadores compartí antaño destino en Madrid y con uno de los abogados tenía una relación de vecindad. Verdaderamente, un escenario de película berlanguiana. Aún hoy, nueve años después, cuando mis alumnos de la UNED se enteran de que soy de León, la pregunta no falla: ¿quién mandó matar a Isabel Carrasco? La respuesta ya la conoce todo el mundo: ¡la ambición y la banalidad del mal!

– Su libro acaba de salir al mercado de la mano del sello Eolas & menoslobos, ¿para cuando las presentaciones en los ‘templos del saber’?
– Tengo previsto firmar ahora en la Feria del Libro, luego lo presentaré en la UNED y a continuación iré a la Semana Negra de Gijón, con el aval de la Sociedad Científica Española de Criminología. A partir de ahí, donde la editorial y los compromisos aconsejen. Queda mucho tiempo y muchos viajes por delante.
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