El corto verano de las sandalias

05/11/2015
 Actualizado a 06/09/2019
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Nos anima el poeta cuando el invierno se hace duro asegurando en verso que «la naturaleza siempre responde a los rigores del invierno con la explosión de la primavera y sus colores». Pues gracias, pero en medio de la nevada las rimas se ahogan.

Nos anima el bueno de Mauri, cuando a la oscuridad del cambio de hora se suma a los rigores de las aguas que se desmadran en los ríos, con una estampa veraniega y al aire libre. Un desfile de moda en plena calle para que los paseantes vean la pasarela y se sienten a observar y a disfrutar de esas tardes cálidas y refrescantes, esos días de sandalias y deportivas, de terrazas y cafés con hielo, de fotos a la Catedral...

Son recuerdos de los que podíamos llamar, recordando cómo Han Magnus Enzensberger tituló la biografía del leonés Durruti, «el corto verano de las sandalias». Habrá que valorar el esfuerzo y la buena voluntad de Mauri, pero esta provincia es la que es y volvemos a los recuerdos de quien la bautizó como «tierra para osos y canónigos», de quien le dio por referirse a ella como «la capital del frío»(Marga Merino) o de la socarronería popular, que cuando habla de su ciudad afirma que «sólo hay dos estaciones:El invierno y la del tren».

Ahora, por suerte, ya son tres, si contamos con la del AVE. Para algo nos tenía que servir el progreso, cambio climático mediante.
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