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El Corredor Atlántico, ahora o nunca

06/12/2019
 Actualizado a 06/12/2019
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Conrad Adenauer es considerado el padre de la Europa actual. En realidad no solamente él, pues Schuman, de Gasperi y Monnet, algo tuvieron también que ver en el empeño por reordenar la relación entre una naciones europeas que se habían estando partiendo la cara durante siglos, dejando el continente como unos zorros, conjurándose para que eso no volviera a suceder y, más aún, después de lo que supuso la Segunda Guerra Mundial .

Así, se juramentaron para que aquello «no volviera a suceder».

Bastantes años han pasado y esa integración sigue, con pasos a veces lúcidos, a veces renqueantes, coordinando procesos, leyes, moneda o libre circulación de personas y bienes.

De esto último se trata: de circulación de bienes, y con ello el transporte.

Los tiempos han cambiado, pues, quien nos iba a decir, hace no demasiado tiempo, que una carta, un mensaje, estaría instantáneamente en las antípodas, por poner el sitio cualquiera pero bien lejano.

Las noticias vuelan que se dice, pero las personas, la comida, la bebida, los bienes de equipo hay que transportarlo, ciertamente mucho más rápido que antes, pero, en cualquier caso, hay que moverlos, no se pueden mandar por las ondas, al menos hasta que se invente la teletransportación..

Así que nuestros próceres comunitarios han emprendido la tarea de estructurar los transportes de mercancías, no de personas, que eso va por la red de alta velocidad, como uno de los pasos hacia la integración general, proponiendo un grupo de rutas para el transporte por todo el espacio europeo.

A España le afectan dos ramales, uno por la costa mediterránea, desde Sevilla hasta la frontera con Rusia, y otro por la costa atlántica desde París hasta Huelva, incluyendo Oporto y Lisboa.

Y este último es el nuestro, es el que no podemos desaprovechar.

Está prediseñado, aunque no totalmente definido, pero sí con un plazo bastante corto para que se estructure totalmente. Ni que decir tiene que la inversión para este corredor, de carretera y ferrocarril, es multimillonaria (algo así como cuarenta mil millones de euros, una minucia).

¿Cuál es nuestro problema? Pues que teniendo en cuenta que los puertos finales de Gijón, Coruña y Vigo van a estar sin duda servidos y conectados, así como los puertos lusos de Oporto, Aveiro y Lisboa, estos último, situados mucho más al sur, pueden llevar el diseño de esas líneas de transporte por el norte de Zamora, conectando por allí con Portugal y desde allí por Galicia hacia los puertos españoles de la costa gallega y asturiana.

¿Y León, toda la provincia de León, qué? Pues que se quedará en tierra de nadie, y veremos pasar esa arteria de transporte por abajo y por arriba, pero no por el medio.

Ni que decir tiene la importancia que para nosotros tiene ese ramal que saliendo de Valladolid, punto ya fijado para el Corredor, pase por León y Ponferrada para conectar Vigo y Coruña y desde aquí, desde León, como ahora, hacerlo con Gijón.

Un ramal que recorra prácticamente todo la banda central de la provincia, por carretera y por ferrocarril, sobre todo teniendo en cuanta la situación ideal como centro logístico del noroeste (que ya lo es desde los romanos, que pusieron en Astorga su centro de control de la zona). Y sin olvidar algo ahora muy de actualidad, como es que, de esa manera, se puede dar vida a una parte de esta España vacía, que falta hace.

Ciertamente, y por desgracia, en el diseño actual no somos imprescindibles, así que ha llegado el momento de hacernos necesarios, pelear por ello, que oportunidades como ésta no se presentan todos los días (más bien, casi ningún día). Habrá que pelear con el desinterés de alguno de los actores, que no les importa demasiado pues ellos van a ser servidos, incluso con las rencillas tribales que siempre aparecen «porque yo soy más guapo que tú» (me refiero a la vieja pelea entre Vigo y Coruña), y también con nuestro propio desinterés, porque, me pregunto ¿Cuántos leoneses, y no me refiero solamente a los de la capital, tienen conciencia de esto? ¿Cuántos saben, aparte de haberlo oído o leído más o menos por encima, la trascendencia que puede tener?

Y todo ello sin contar que el gobierno central, éste y el anterior, solamente ha tenido y tiene ojitos para el Corredor Mediterráneo, supongo que por obvias razones políticas y coyunturales.

No quiero decir con esto que se esté abandonando el proyecto, ni que no haya quien se esté ocupando de sacarlo adelante, que la hay, pero sí que, a nivel general, del ciudadano leonés de a pie, no existe conciencia de la trascendencia de este plan para esta provincia.

Y está muy cerca, y hay muy poco tiempo. Ahora o nunca.

Porque, León también existe.
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