Secundino Llorente

El Consejo Escolar

17/11/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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En noviembre se procede a la constitución de los consejos escolares de centros educativos no universitarios.

El consejo escolar es el órgano que representa a la comunidad escolar del centro. Según la Constitución Española, art. 27.7: «Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca». En la mayoría de los casos está formado por el director como presidente, secretario (sin voz ni voto), jefe de estudios, siete profesores, tres padres, cuatro alumnos, un PAS (personal no docente) y un representante del Ayuntamiento. Es una representación paritaria de nueve profesores y nueve del resto, con el voto de calidad del presidente en caso de empate.

He vivido muy de cerca el consejo escolar en un instituto porque en los cuarenta años de mi vida profesional siempre estuve enganchado como profesor electo y principalmente como director y, consecuentemente, como presidente del mismo. A lo largo del año se suelen convocar cuatro consejos ordinarios: Octubre para la Programación General, enero presupuesto, abril admisión de alumnos y junio la Memoria final. Siempre suele haber algún motivo a lo largo del curso para convocar alguna sesión extraordinaria. He vivido, por tanto, más de doscientas sesiones de consejos escolares. Ha habido de todo, cortos de menos de media hora y largos de más de tres horas, pacíficos y polémicos, alegres y tensos, aburridos y divertidos. Son varios los libros de actas que he firmado para que nada se olvide y todo quede en la memoria. Podía recordar muchos, pero sólo citaré dos: El 23 de febrero de 1981 en un instituto de Tarragona comenzábamos la sesión del consejo escolar con la lectura del acta anterior y se suspendía la reunión porque no tenía mucho sentido seguir ante la amenaza del golpe de estado. Y el 13 de junio del 2000 se reunía el consejo escolar del instituto en León para votar al nuevo director. Se presentaban dos candidaturas muy igualadas. Se palpaba la tensión y los nervios. El resultado fue a favor de nuestra candidatura por un solo voto. Ahí comenzaba mi dirección del instituto hasta mi jubilación.

Creo que es necesario hacer un breve recorrido histórico para entender la situación actual. Hasta la LOE (2006) el consejo escolar era el órgano que elegía al director y esto le daba una importancia especial. Recuerdo con qué presión se realizaba en el claustro la elección de miembros del consejo escolar. Actualmente esta votación no tiene ningún interés. Esto indica que lo realmente importante era la elección de director. En mi experiencia en Tarragona, los claustros se negaban a perder todo su prestigio y se votaba al director en sesión de claustro con el compromiso de que sus representantes llevarían al consejo el resultado que allí saliera. En algún caso salió el director por el voto de calidad del presidente. Al volver a León pude ver lo contrario, directores elegidos en contra de la opinión del claustro. La LOE le quitó al consejo escolar la posibilidad de elegir al director, pero seguía siendo el órgano de mayor consideración y prestigio del centro porque aprueba y evalúa el proyecto educativo, la programación general anual del centro y decide sobre la admisión de alumnos.

Con la llegada de la Lomce (2013) los consejos escolares dejan de aprobar los proyectos de los centros y la programación general, que sólo evalúan, y dejan de decidir sobre la admisión de alumnos, que sólo informan. Adiós a la democracia en las escuelas: la Lomce sentencia a muerte al Consejo Escolar y su papel será más consultivo que decisorio. Todas las decisiones dependerán, única y exclusivamente, del director que además no será ya elegido por la comunidad educativa sino nombrado por la Administración. Esto tiene el peligro de que los directores se conviertan en cabecillas con poderes absolutos y no tendrán que rendir cuentas a la comunidad educativa que no les votó y pueden ser prisioneros de quien los nombró. Parece que uno de los objetivos de la nueva reforma educativa que nos amenaza (hubiéramos preferido el ansiado y soñado pacto educativo) será «evitar que el director sea el único órgano de gobierno en los centros educativos».

Creo que se puede llevar a cabo una coartada si el director, una vez nombrado, sigue dando protagonismo al consejo escolar que es el verdadero órgano de gobierno de un centro educativo porque en él están representados todos: equipo directivo, profesores elegidos por votación por los compañeros de claustro, padres, alumnos, personal administrativo y ayuntamiento. Esto no coincide exactamente con la legislación actual, pero da una imagen más democrática.

Pienso que el director que siga dando al Consejo Escolar la competencia de aprobar el Proyecto Educativo de Centro, la programación general, la admisión de alumnos o autorizar gastos de acuerdo con el presupuesto «dormirá más tranquilo» liberado de tanta responsabilidad.
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