El Consejo de Asturias y León

Hace ochenta años vivíamos en León nuestra última experiencia soberanista. ¿Lo sabías?

En agosto de 1937, tras un año largo de Guerra Civil, los golpistas controlaban la práctica totalidad de la provincia leonesa; pero la franja más septentrional –Villamanín, La Pola de Gordón, Cármenes, Lugueros, Oseja de Sajambre…– permanecía leal a la República que, a excepción de Oviedo, dominaba la cornisa cantábrica.

La zona republicana leonesa dependía administrativamente del Consejo Interprovincial de Asturias y León –presidido por el asturiano Belarmino Tomás–, y contó con un gobernador civil en Villamanín: Alfredo Nistal.

La guerra avanzaba en contra de los intereses republicanos, y el Consejo Interprovincial, al verse aislado –se había renunciado ya a la defensa de Santander–, y ante la dificultad de comunicarse con Valencia –sede del gobierno republicano, al que siempre fue fiel– y la necesidad de tomar decisiones, se constituyó en Consejo Soberano de gobierno de todo el territorio de su jurisdicción (sic) el 24 de agosto de 1937.

Presidido por Belarmino Tomás, el denominado ‘Gobiernín’ se estructuró en comisiones sectoriales que agrupaban consejerías. Reorganizó su ejército, acuñó moneda –los llamados ‘belarminos’–, adoptó medidas para garantizar el orden público…; e, incluso, se dirigió nada menos que a la Sociedad de Naciones –precursora de la ONU–, advirtiendo de que, en caso de continuar los ataques aéreos sobre Gijón, ejecutarían a los presos políticos.

La experiencia soberanista apenas duró dos meses. El 20 de octubre de 1937 se reunió por última vez para examinar la situación militar singularmente grave (sic). Y acordó la inmediata evacuación por mar –tuvieron que ver fea la cosa, ¿no crees?–, previa destrucción de minas, fábricas…; y respetar la vida de los presos.

El 21 de octubre –este sábado se cumplen ochenta años–, los sublevados entraron en Gijón, poniendo fin al frente norte. Y el Consejo Soberano cesó en su actividad por la desaparición de su territorio.