El CIS, los zas y otras encuestas

De aquí a mayo no quiero ni pensar la cantidad de encuestas, barómetros y estimaciones de voto con que nos tocará desayunarnos. Lo que está claro –suspiremos fuerte– es que nos espera un goteo aturullante de cifras y valoraciones que dudo que importen mucho al ciudadano de a pie. Algunos políticos, encantados, y no faltan esos líderes que se frotan las manos asegurando que ‘ellos ya lo sabían’ y que ‘los datos lo están clavando’, esos mismos que se mofan del supuesto fracaso de ‘los otros’ pero no miran hacia la calamitosa situación en que está su propio partido. La gente pasa. ¿Alguien rebatiría los resultados delirantes de algunas de esas encuestas? ¿Buscan informar, aunque contabilicen formaciones políticas que ni siquiera se sabe si se presentarán? Eso, ¿qué buscan? Digan lo que digan las urnas en mayo y en noviembre (¿o en enero?), la realidad, la que de verdad importa, es la que viven y padecen cada día los currantes leoneses y los de todo el país (y los que por desgracia no lo son, y querrían), y esa realidad –dolorosa y angustiante para demasiados– dice que la hartura es general y que cada mes la paciencia con unos y con otros está a punto de estallar. Aquí, afortunadamente, a la gente no le ha dado por salir a la calle y liarla parda, y no porque las hazañas de la manada de corruptos no eche más leña cada dos por tres. De las próximas elecciones, sólo tengo claro que la mayoría de votos serán de castigo a un sistema podrido. Pero no tan claro que la solución a un viciado bipartidismo de jetas llegue con otro partido que aún no sabe ni lo que propone.