El Cid

02/12/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Una siempre recuerda el barrio en el que vivió de pequeña. Es una de las cosas que ocupa un lugar destacado en la memoria, y en el corazón. Seguro que todos recordáis donde ibais con vuestros padres a comprar el pan, a la farmacia, al bar de la esquina o al kiosko, claro. Yo me acuerdo especialmente del parque que tenía al lado de mi casa, el Jardín del Cid, aunque llamarle parque sería un poco pretencioso. El otro día leía una noticia sobre que el Ayuntamiento iba a habilitar una zona de juegos para niños de 2 a 6 años en El Cid, y la verdad es que me alegré, porque una de mis mayores frustraciones a esa edad es que quería dar un paso con la bici pero el empedrado del parque me lo impedía. ¡Y qué rabia me daba! El caso es que, aunque llegáis más de 20 años tarde, seguramente que los niños que vivan ahora por mi zona os lo agradecerán, ya que por el centro no hay parques habilitados para los más pequeños. Y más los padres, que podrán estar de vinos en los bares de enfrente o asomados a las ventanas vigilándoles desde ahí. Lo que no me gusta tanto es que la zona de juegos la van a poner al final del todo del jardín, lindando con el Boccalino, porque es la parte más oscura y abandonada del lugar. De hecho yo de pequeña no me atrevía a acercarme mucho por allí, porque lo ‘mejor’ que te podías encontrar era a adolescentes dándose el lote. Ahora hace años que no entro. No lo había pensando hasta ahora que me he puesto a escribir estas líneas. Sí que es verdad que paso muchas veces por delante, pero nunca entro. Cuando inauguraron la pasarela de la muralla sí que subí un par de veces, pero también pronto ha sido colonizada por quinceañeros que se reúnen ahí para hacer eso que probablemente no les dejen hacer en sus casas. Ya me entendéis... Voy a cortar el rollo porque tanto recuerdo y tanto echar la vista atrás me hace parecer más mayor de lo que últimamente ya me siento, pero si volviera a ser niña me encantaría poder bajar a columpiarme en El Cid.
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