20/06/2018
 Actualizado a 15/09/2019
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Buscamos lecciones en esas líneas torcidas, las arrugas, que la vida ha cincelado en los rostros de los viejos. Tomamos por buenos los consejos si llegan de personas mayores, que han templado sus años con el fuego y los golpes de aciertos y de errores. Una sien despejada y enhuesecida nos inspira confianza, pues le atribuimos la sabiduría del tiempo y de muchos caminos. Pero descartamos como digno de enseñanza todo aquello que proviene de una vida imberbe, apenas estrenada. Aceptamos como sabias las palabras que nos llegan bordeando dientes de bocas almenadas, no prestamos, sin embargo, atención a balbuceos de bocas cuyas encías todavía no han sido desgarradas. Y lo cierto es que también de los mocosos podemos aprender valiosas lecciones. Un bebé llora. Despierta de su sueño ligero. Agita piernas y brazos sin compás y en desorden. Chilla. Le hablas, pero no surten efecto tus cariños, tus gracias. El berrinche no cesa. Lo coges en brazos, lo arrullas, le cantas, pero nada, el llanto no para. De pronto lo ves, colgando en el extremo de una cadenita de tela roja, fijada como un broche a su pijama, allí está el chupete. Se lo pones en la boca, lo prueba, sopesa, lo sujeta, lo chupa. El chupete infalible. Curiosamente, el mismo movimiento de mandíbula y de labios cerrados que el de un viejo comiendo una avellana, pasándola de un extremo a otro, también sopesándola, ensalivándola. Deja de llorar.

El chupete es un engaño, pero calma y aplaca. El chupete es el gato por liebre de la teta o del biberón, un simulacro vacuo y seco. No mana leche de él, no es más que un movimiento repetido, parecido al que logra el alimento, pero afanado en nada. Todo en él es vacio, sólo gesto y nada más que gesto. Sin embargo, aparentemente sacia, al menos por un rato. He aquí su osadía, pasar por realidad lo que es mentira y ser capaz de llevar al bebé a un apacible sueño.Muchos chupetes nos ponen a nosotros en la boca para callarnos, que durmamos y no molestemos. El chupete de un barco rescatado, por ejemplo, que no debería, sin embargo, ser suficiente ardite para silenciar el llanto. Este fin de semana, más de mil náufragos llegaron a las costas andaluzas. Y tantos fines de semana y tantas costas y tanta gente a la deriva. No hay chupete que valga.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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