"El chocolate de Astorga puede competir con el belga o el suizo"

Elvira Casado, directora del Museo del Chocolate de Astorga

Patricia Ferrero
23/02/2015
 Actualizado a 27/07/2019
chocolate.jpg
chocolate.jpg
Elvira Casado dirige el Museo del Chocolate de Astorga, ubicado y abierto al público en la nueva sede desde hace algo más de una semana. En este tiempo ha recibido más de 400 visitas diarias.

–Este museo recupera una tradición de hace siglos. ¿Cuál fue la repercusión de esta industria en Astorga?
–El chocolate fue motor de la ciudad, pero no sólo económico, sino también cultural, arquitectónico… Muchas industrias se desarrollaron después a partir del chocolate. En la cultura influyó de igual modo. Surgió la burguesía industrial, que como tenía poder adquisitivo y mandaba a sus hijos a irse a estudiar fuera. Cuando venían se hacían muchos eventos culturales. Urbanísticamente también; este edificio es muestra de ello. Muchos competían por hacer el edificio más ostentoso. Su residencia, las dependencias comerciales y la fábrica de chocolate y mantecadas, en un mismo edificio.

–¿Cuál ha sido la evolución de la industria chocolatera en la ciudad?
El museo ha recibido unas 400 visitas diarias desde que se abrió la semana pasada, y la gente hasta ahora ha quedado contenta –En principio eran pequeños obradores; cuando apareció el ferrocarril los obradores se establecieron en el barrio Puerta de Rey. Hasta 13 chocolateros llegó a haber en este barrio. Los chocolateros de Astorga tenían un prestigio fundamentado sobre todo porque eran proveedores de la Casa Real. Eso les daba un distintivo de calidad. Matías López, uno de los industriales más importantes, decía que la única competencia era la de Astorga. Muchos chocolateros de Astorga hacían el chocolate y luego lo envasaban con su etiqueta. En 1924 fue el momento de mayor esplendor, con más de 50 chocolateros en Astorga. En la Guerra Civil cayó por varios motivos. Desde el 37 al 42 no hay registro. La mayoría de la producción la hacían para el ejército. En 1966 aún quedaban 15 chocolateros, y en el 70 se redujo el número a siete.

–¿Cuáles cree que fueron las causas de la decadencia de esta industria?
–Fueron varias. Entre otras cosas faltaba modernidad, pero también había una gran competencia con las multinacionales y tabúes sobre el chocolate que muchos de ellos no son verdad. Ahora ha vuelto a recuperarse, porque el cacao tiene unos valores que se aprecian, como que es antidepresivo, por ejemplo. Además el público prefiere otra vez lo artesanal. Los chocolateros de ahora son de todo tipo. Conocen los gustos del cliente y se adaptan y renuevan. Actualmente se hacen maridajes, mezclas con otros productos.. casi todos locales, de la provincia, y que pueden competir con cualquier tipo de chocolate de Europa. El chocolate suizo o belga tiene buena presentación pero la calidad del contenido no tiene nada que envidiar.

–¿Cuáles son las ventajas sobre la otra sede y los motivos del traslado?
–Uno de los motivos del traslado fue el tamaño del otro edificio. Tenía encanto, pero también un aforo muy reducido, no podía acoger las más de 25.000 visitas que tenía todos los años, ni todas las piezas. También se enfrentaba a muchas barreras arquitectónicas. Este tiene la ventaja de que es municipal, que tiene un entorno de recreo para los niños importante. Por otra parte, es una manera de volver a los orígenes de este edificio, ya que, aunque se le dio muchos usos a este edificio, comenzó siendo una fábrica de chocolate, propiedad de Magín Rubio.

–Un museo totalmente accesible...
–Este museo tiene accesibilidad en todas las plantas. Van a venir los de la once para instalar carteles que puedan entender los discapacitados. El audiovisual tiene subtítulos. Está totalmente adaptado y con el tiempo autoguías.

–¿Cuáles son las características que hacen único a este museo en España?
–Con carácter municipal es el único que hay en la comunidad, y el primero que se hizo en España. Eso es importante. En la provincia de León hay un pequeño museo, pero particular y dedicado a un chocolatero. Además tiene un fondo muy amplio. Más de 10.000 piezas, que pertenecían a José Luis López y adquirió el Ayuntamiento. A esto se suman las donaciones privadas. Como Astorga ha estado siempre muy ligada a esta industria, son muchos los que tienen familiares o gente cercana que se ha dedicado a ello y nos ceden piezas. Pero lo principal es que es un museo interactivo, que permite al visitante aprender, pero también oler el aroma del cacao, degustar los chocolates…  

–¿Qué impacto cree puede tener la puesta en marcha de este museo en Astorga?
–Creemos que puede impulsar el turismo, pero también la industria del chocolate. La tienda solo vende chocolates de la comarca y Astorga. Esto es publicidad para los chocolateros, que,  por su parte, siempre han estado muy predispuestos a colaborar en todolo que se les va proponiendo.

El museo lleva poco más de una semana abierto. ¿Qué acogida está teniendo y qué tipo de visitantes acuden?
–El primer día lo visitaron más de 400 personas, y esta cantidad se mantiene a diario. No sólo es población local, que tienen la entrada gratis. Vienen muchas excursiones. Entra todo tipo de público, escolares, grupos de discapacitados físicos… Hasta ahora la gente queda contenta.

Futuros proyectos y claves para hacerlo más atractivo al visitante...
–La cuestión es ir innovando. Tenemos la intención de realizar exposiciones temporales, monográficas, cambiar vitrinas, ya que tenemos unos fondos de colección de  más de 10.000 piezas, de las que están expuestas unas 3.000. También queremos realizar talleres didácticos con niños y actividades con chocolateros en la sala de usos múltiples. En un futuro también se llevarán a cabo actividades no museísticas; ágapes, presentaciones… Y cuando se disponga de recursos se acondicionarán el jardín y las terrazas para hacer más actividades. Se utilizará el entorno del museo, entre otras cosas, para instalar máquinas que el museo dentro no puede tener. Por último, también hay que llevar a cabo la señalización urbana.
Archivado en
Lo más leído