"El Che era incómodo para el capitalismo y para el comunismo"

Martín se apellida Guevara, como su tío El Che, mito de la revolución. Martín heredó su alma errante y recorrió mundo para enamorarse de León y ser un anónimo vecino de esta provincia. También heredó el espíritu crítico

Fulgencio Fernández
25/03/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Martín Guevara lleva un apellido que pesa como pocos. El mismo de su tío Ernesto Guevara, El Che, el gran mito de la revolución, la imagen hecha póster que ha estado en las paredes de más adolescentes y jóvenes de medio mundo. Una leyenda que lleva con orgullo, una sangre que dice le ha transmitido un espíritu errante, cuyo último destino es León, «una tierra que me enamoró». Acaba de publicar un libro en esta tierra, Triángulo Guevara (Lobo Sapiens)y, como en él, reflexiona sobre muchas cosas.

– Lleva muchos años en León pero no sabemos mucho de Martín Guevara.
– El anterior libro que escribí, La sombra de un mito, me llevó a una vorágine terrible, la figura del Che es así, y por eso preferí el anonimato, que se ha rotoahora un poco con la publicación de este nuevo libro.

– ¿Tan ‘potente’ es la imagen de su tío, El Che Guevara?
– Creo que es la imagen que más ha recorrido el mundo. Su famosa fotografía de Alberto Korda y sus derivados, esa sombra en rojo y negro, ha sido más utilizada que cualquier otra, de Bob Marley a John Lennon o Janis Joplin.

– ¿Cómo lo valora?
– A ver. Mi tío es una figura universalen la que tengo que diferenciar lo familiar de lo universal, de lo revolucionario. Ha trascendido mucho porque su imagen tiene magnetismo, es un tipo con el pelo largo que luchaba por la libertad y, además, muere entre los 30 y los 40 años que es la edad en la que la historia que concede un lugar en ella, en Occidente, pues en Oriente entran en la historia con una larga y poblada barba blanca, que le supone cierta sabiduría.

– ¿Y en el plano personal, familiar?
– Yo lo veo como una persona con una gran coherencia. Cuando el mundo se dividía entre el Primer y Segundo Mundo, con la lucha entre el capitalismo y el comunismo, él tuvo una posición que no era ninguna de las dos, él vivió en una revolución permanente y abandonado por ambos. Por el capitalismo, que era su enemigo, pero también por el comunismo instalado que tampoco le quería para nada, pues le resultaba incómodo.

– ¿Y Cuba? ¿Cómo se produce el cambio de la idea romántica de la Revolución a una dictadura pura y dura?
– Yo soy muy crítico con la Revolución, con Fidel... Aquel romanticismo que se vivió en 1959 y 1960 lo enviaron a una vía muerta, terminó siendo el poder por el poder... Acabó sesenta años en un trono, como si fuera una monarquía, una idea que se refuerza cuando le sucede su hermano Raúl, una monarquía incluso absoluta, con una filosofía del ocaso.

– ¿Y la Cuba actual?
– Yo viví muchos años en Cuba por cuestiones de rebeldía juvenil. Luego tuve problemas y me tuve que ir, pero me queda allí familia por lo que sigo teniendo relaciones. Mi posición con la Revolución es muy crítica. Su situación es muy complicada.

– ¿Cuál es su valoración personal de Fidel Castro?
– Es una personalidad muy controvertida, con muchas aristas. Es muy difícil dar una sentencia única sobre él pero, dejándole a él de lado, es responsable de un secuestro del poder. Igual que la Iglesia en la Edad Media torturaba al hereje, que no era más que un justiciero, en nombre del bien eso mismo hizo el comunismo con el proletario, en nombre del bien.

– ¿Raúl Castro?
– No tiene nada que ver con Fidel en cuanto a inteligencia, en cuanto a esa condición de flautista de Hamelin que tenía su hermano, y Raúl lo sabe. Se sabe más soso y eso le hace mucho más pragmático y ha hecho cosas mejores que Fidel por el pueblo: permite crear pequeñas empresas, permite pequeñas disidencias... aunque sean una pantomima, que lo es, y aún están muy lejos de Europa, por ejemplo, o de España.

– Sin embargo, en España se está hablando ahora mismo de un preocupante retroceso en las libertades.
– Claro. No se puede decir que sea comparable la situación entre España y Cuba pero eso no evita reconocer que el retroceso en las libertades que estamos viviendo en España sea preocupante, claro que lo es. Estamos en un momento en el que están pasando cosas verdaderamente lacerantes, bochornosas, que deberían llevar a los tribunales a nuestros gobernantes y, sin embargo, sus leyes están metiendo en la cárcel a una gente absolutamente indefensa. En ese sentido me pareció muy saludable la expresión de protesta de los mineros de León, aquellas luchas de Ciñera; las expresiones posteriores de los indignados; los hechos del barrio de Gamonal en Burgos; las mareas de los médicos de Madrid... lo que pasa es que todo este malestar asambleario es muy difícil que mueva los cimientos de un poder como el que vivimos, que adora a otros dueños, que no respetan sus contratos para caer en manos de las multinacionales, los bancos, el capital...

– ¿De qué contrato habla?
– Del que firman con los votantes cuando hacen promesas electorales. Un contrato en el que les dices «te pongo ahí para que hagas lo que has dicho» y, si no lo hacen, deberíamos romper el contrato pues han secuestrado la verdad. La no competencia en el mundo de las grandes empresas ha generado que haya unas reglas que no respetan a los pueblos...

– ¿Qué sociedad defiende?
– Una sociedad socialdemócrata en la que por debajo no se le permita a ningún ciudadano de tu bandera caer al suelo, bajo ningún concepto. Eso es patriotismo. A nadie se le puede dejar sin casa, sin luz... pero por arriba tampoco se le prohíbe a nadie subir hasta donde sus méritos, su capacidad empresarial se lo permita.

– ¿Cuál es el techo de una empresa, de un empresario?
– Ninguno. En libertad de empresa se puede desarrollar la ciencia, la tecnología... pero el Estado debe ser independiente y debe mantener una actitud de vigilia, de vigilancia, para evitar eso que decíamos de que nadie se pueda caer por abajo.

– Martín Guevara es escritor y crítico... Para España el llamado boom latinoamericano fue una forma de conocer aquellas tierras ¿Una forma real, apropiada, edulcorada...?
– Fue otra gran revolución. No debemos olvidar que antes de la Revolución cubana había grandes cotas de libertad en muchos países latinos. Había divorcio, había aborto, una federación de mujeres cubanas, una revista de mujeres... cosas impensables entonces pero verdaderas, reales. Y como resultado de un entusiasmo general hacia la cultura hubo una explosión literaria que traspasó nuestras fronteras y que, por ejemplo, no fue bien recibido por la Revolución con aquella frase de Fidel de «dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada». Pero el boom fue otra cosa, era literatura y eso no tiene fronteras.

– ¿Porqué cuajó mejor en España que en otros países?
– Porque España sigue siendo el país de la literatura, de la poesía, de Miguel Hernández, de Garcilaso de la Vega o de la primera gran novela, El Conde Lucanor. Eso no se puede superar y ahí están las raíces y ahí mamaron los Carpentier, Borges, Cortázar, Vargas Llosa... la gran literatura, pero aprendices de la española.

– No ha nombrado a Gabriel García Márquez.
– Es un gran escritor. Pero para mí todo lo que sea étnico, lo que impacte en el exterior por sus características étnicas, por esa cosa de lo real y maravilloso, que te puede pasar cualquier cosa en la selva... eso no me interesa en exceso, me sigue interesando la gran literatura, de que hace novela de aquello que nos pasa a todos los hombres.

– ¿Y León?
– Yo me enamoré de León. Del norte, de Cabrera y de la ciudad. Y esta provincia aún siendo pequeña tiene muchos valores, una ciudad con un discurso estético. Y también ocurre con las letras, aquí encontré a Paul Auster, aquí he podido escuchar a Gamoneda o a Juan Carlos Mestre, con las reuniones del Quindós y me parece mágico.
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