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El caramelo y la patata

06/03/2022
 Actualizado a 06/03/2022
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La incógnita no lo era tanto y apenas si albergaba dudas. Núñez Feijóo era el llamado a pilotar el Partido Popular, una vez apartado de la dirección el defenestrado, y ahora triste y descangallado, Pablo Casado ‘el efímero’. Del muñidor y enredabailes Teodoro García Egea ya no se acordaba nadie la tarde del pasado martes. Ni la telefonista ni los conserjes de Génova. Nadie. Y todos –o casi todos, para no exagerar la nota– tan contentos y felices. El azúcar glasé se había espolvoreado sobre las cabezas del grueso de la concurrencia, y había quien se relamía de gusto cuando le llegaba el dulzor a la comisura de los labios. Ya se sabe, los nuevos iconoclastas al uso. Este era el caramelo relleno de trufa de la famosa jornada vespertina. La patata caliente se encontraba a doscientos kilómetros, en Castilla y León, y, más en concreto, en Valladolid, donde el cobre estaba aún por batir.

Y en esas, en el corto plazo, que se dice ahora para enmascarar el tiempo, anda el PP y sus huestes más preclaras, con Fernández Mañueco cual obligado director de orquesta. Y no por marear la perdiz como táctica dilatoria, les va a ir ser mejor en eso de los pactos soñados y otras ‘travesuras’ que, luego, se incumplen por sistema. Ahora bien, a los putativos de Feijóo, el in péctore ‘baranda’ pepero, tampoco se les escapa que andan con el agua al cuello, con una mayoría minoritaria frágil, y que la incertidumbre les repercute en las canillas y en la tensión arterial. Están para exigir…

Por muchos malabarismos y aritméticas que garabateen sobre el folio, jamás les darán los números que anhelan. El PSOE no va a extender la alfombra roja a ningún precio, salvo que Sánchez ‘el voluble’ –y no se prevé– cambiara de opinión y Tudanca se la tuviera que envainar. Que, fiel al ‘amo’, se le envainaría sin decir esta boca es mía. No obstante y dado que la jugada tampoco es probable ni para la investidura, ni para dejar gobernar a Mañueco con sus treinta y un discípulos, solo les quedaría Vox y sus trece procuradores. Lo quieran o no. O eso, o el auto jaque mate y nuevas elecciones. Y tampoco lo aprobaría Feijóo porque supondría su primer fracaso al frente de la organización. Hace tres días mucho bla, bla, bla en contra de Vox y sus fundamentos, y, hoy, dadas las circunstancias, a templar gaitas (gallegas).

Y ante este decorado bicolor, que nadie se rasgue las vestiduras ni se escandalice con golpes de pecho y llantos de plañidera, si el Partido Popular, al final, se arregla con García-Gallardo, el líder de Vox, y, de la mano, como jugando al corro de la patata, echan a andar la legislatura. Ya lo decía Corcuera, los experimentos, con gaseosa. Y el martes, a más tardar, la solución.
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