El campo para las que lo trabajan

Hace 5 años que entró en vigor la ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. En León solo hay 22 de las 90 registradas en la región

D.L. Mirantes / Teresa Giganto
13/10/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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Son estrategas, economistas, abogadas. Son trabajadoras abnegadas que lo mismo hincan una zoleta en la huerta, que ordeñan vacas y ovejas. Al mismo tiempo se encargan de cuidar de los mayores de la familia y siempre hay tiempo para tener la casa en orden, hacer los recados, acudir a las reuniones del colegio y llevar al vecino al médico porque ya no está para conducir. Son mujeres rurales, todoterrenos sociales que siempre han estado a la sombra del hombre en el medio rural. Sus nombres no figuran en las explotaciones agrícolas y ganaderas de las familias pero sin sus manos estas no saldrían adelante. Son esas manos las que hacen de hacha, de picona, de tijera, de mortero, de cuchara, de mecedora, de pañuelo y de medicina. Es con ellas con las que la sociedad tiene una deuda pendiente porque son el motor de los pueblos. Son mujeres como Violeta Alegre, ganadera de ovino trashumente que ahora pastea su ganado en San Pelayo, cerca de Veguellina de Órbigo, pero que tendrá que hacer el petate en abril para irse a Omaña y en junio para subir a Abelgas de Luna.

Violeta es una mujer de raza, de las que no se amilanan en medio del puerto sin más compañía que su carea ‘Chula’ y sus mastines. Y eso que este verano ha rondado el oso la zona donde ella cuidaba del ganado. Ama a los animales, desde la primera merina que forma su rebaño hasta la última. Es consciente de lo que cuesta ser mujer, ser rural y vivir el presente que le ha tocado. Pero no todos son anhelos. Violeta es consciente de todo lo que ha conseguido como mujer hasta ahora. Es una de las 22 leoneses que comparte al 50% la explotación ganadera gracias a la ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias. En Castilla y León son 90 y en España son 200. Muy pocas para una ley que nacía con miras de futuro y con el objetivo de que las mujeres de agricultores y ganaderos pudieran tener sus prestaciones sociales propias y ver reconocido jurídicamente el trabajo que realizan en la explotación familiar agraria, unas tareas que antes de que la normativa entrara en vigor era considerada como "ayuda familiar" y que a día de hoy, mayoritariamente, sigue siendo así dado el poco impacto que ha tenido la norma tanto en León como en el resto de territorios. Otro beneficio es que este tipo de explotaciones son "prioritarias" a efectos de conseguir subvenciones y ayudas directas y que los beneficios se reparten al 50% entre el matrimonio.Hace cinco años que esta normativa salió adelante. Era 2012 cuando Violeta, con la ayuda del sindicato Ugal-Upa, se adhirió a la misma. Desde entonces el único beneficio del que ha gozado, económicamente hablando, ha sido el tener una bonificación de 50 euros en su pago mensual a la Seguridad Social. El resto no ha sido menos importante:"El poder decir que esto, que lo trabajo yo, también es mío", apunta orgullosa. "Ahora ya no soy ‘la mujer de’, ahora soy Violeta y como tal puedo resolver asuntos de papeles sin la necesidad de que tenga que ir mi marido a firmar", explica. Es precisamente Goyo con quien lleva 30 años casada y de la mano de quien se adentró Violeta en la profesión. "Me costó muchísimo porque yo nunca había visto las ovejas, este no era mi mundo pero ahora me encuentro muy agusto con ellas y realizada", dice. Tanto esfuerzo y tanto trabajo merecían un reconocimiento y este año lo ha tenido del sindicato Ugal-Upa con una mención especial en su Fiesta Campesina. Años antes había recibido también el de la Fundación Vista Linda, de Nueva Zelanda, en el marco de la celebración de la Fiesta del Pastor de Barrios de Luna. Viven en Veguellina de Órbigo pero trabajan separados, cada uno con un rebaño. Él estos días los pasa cerca de Soto de la Vega con las ovejas en plena paridera. Ella está pendiente además de las tareas de casa. Juntos han tenido dos hijas a quienes no desean la misma vida que han tenido ellos. Pero cuando tienen que echar una mano, no dudan en hacerlo. "Han tenido que ayudarnos cuando sus amigos estaban disfrutando en la piscina", comenta. Con la majada del pueblo de San Pelayo llevan 24 años, un hecho que da fe de la honestidad con la que Violeta ejerce su profesión. Allí aprovechan los pastos propios de la Junta Vecinal, tanto los que ellos cultivan como los rastrojos de otros agricultores con los que reconoce tener muy buena relación. Ella es consciente de que con su renta al pueblo facilita la dinamización del mismo y que para ellos supone una fuente de ingresos importante, "la única", con la que poder desempeñar su actividad anual. Las características de su rebaño es que las ovejas no son de ordeño, como es más habitual al sur de la provincia. De raza merina, aprovechan la lana y la carne y no tienen un lugar fijo en el que quedarse todo el año. Entre sus cabezas de ganado están las merinas negras, que serán unas 400. "Son más bravas pero a efectos de producción son iguales que las blancas", comenta Violeta. Eso sí, las negras están en peligro de extinción y Violeta lamenta que por ello no tengan más ayuda por parte de las administraciones. Están dentro de la cooperativa Ovino de León, "porque hoy en día es casi obligado", y la burocracia, como para todos, es para ella un camino con más piedras que el conduce de la majada al pasto, con ‘Chula’ siempre al cuidado de ella y del rebaño. "Yo aquí estoy al pie del cañón al 100% igual que mi marido", asegura. La ley de Titularidad Compartida ha demostrado ser un fracaso. "Yo pienso que la mujer siempre ha estado a la sombra del hombre y siempre ha sido él el ganadero y ella la que trabajaba. La mujer tenía que hacer lo de casa, la comida, trabajar en la majada, tener la ropa limpia y ella siempre estaba a la sombra", relata. Pero lo hace en pasado, lo cual ya es un avance importante, y es que Violeta no es la única que se ha subido al carro de la igualdad de la mujer y el hombre en el medio rural. El próximo 15 de octubre es su día, el de la Mujer Rural. "Tengo más amigas pastoras con las que nos juntamos y de vez en cuando salimos de fiesta", cuenta. "Reunión de pastoras, juerga asegurada".
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