El campeón del mundo que no salía en el No-Do

Juan Ferrero, leonés de Puente Almuhey, fue el primer Míster Universo de la historia, título que logró en Londres en 1952, aunque sus logros fueron silenciados en España. Este año sería su centenario y también se cumplen 60 años de su muerte en acciden de tráfico

Fulgencio Fernández
11/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Juan (Fidel) Ferrero, culturista.
Juan (Fidel) Ferrero, culturista.
En aquellos años 50 de sequía de éxitos deportivos (aún no había aparecido Santana, ni Paquito, ni siquiera el Real Madrid había ganado su primera Copa de Europa) y de necesidad de reconocimientos internacionales no es fácil imaginar que un Campeón del Mundo caiga en el olvido en España. Salvo que el vencedor sea un Míster Universo, de León, emigrante en Francia, hijo de una familia de republicanos... El caso es que Juan Ferrero jamás apareció en el No-Do en 1952 cuando logró el Londres el título citado. Parece que al Régimen no le gustaban ese tipo de exhibiciones del cuerpo masculino, pues la biografía deportiva del leonés era realmente impresionante antes de este galardón. Diego Parrado escribe sobre esta paradoja: «Ferrero no era homosexual, ni rojo. Nacido en 1918 en Puente Almuhey, un pueblo de la cuenca minera de León, Juan Ferrero, de hecho, lo tenía todo para convertirse en el héroe del franquismo. Era educado, guapo y fuerte como un toro. Había batido el récord mundial de levantamiento en peso muerto, y en 1937 fue proclamado Mejor Atleta de Europa. Unas cualidades que, por ejemplo, Franco podría haber aprovechado para disimular los pírricos resultados de las Olimpiadas de 1952, donde España solo ganó una medalla de plata en la categoría de tiro olímpico».

Su padre era escribiente en una fábrica, le puso Fidel pero él lo cambió en Francia por JuanEl biógrafo de Juan Ferrero (realmente se llamaba Fidel en su partida de nacimiento en Puente Almuhey pero se cambió el nombre en Francia), Tomás Abeigón, un profesor de Educación Física fascinado por la biografía del leonés, también aporta su teoría: «El culturismo se traducía en España por afeminamiento y, además, viviendo en Francia, ¿no resultaría un rojo exiliado? La prensa de la época le dedicó un par de líneas para seguir ignorándole». Y muchos no comparten la afirmación de «no era rojo» pues aunque de él no se conoce filiación política el propio Parrado escribe: «A buen seguro que nada le ayudó que, al estallar la Guerra Civil, el padre de Juan se hubiera alistado a las Brigadas Internacionales, llegando a ser capturado y condenado a muerte. Puede que Juan Ferrero lograra levantar 190 kilos de peso muerto a un brazo, pero no por ello dejaba de ser el hijo de un rojo».

Fernando Olmeda en El látigo y la pluma va más allá: «Los slips con los que aparecían en la fotografías y las piernas depiladas de Mister Universo, desafiaban los principios del movimiento como el peor de sus enemigos masones».

Ya vivía la familia en Francia, desde los años, por lo que la estancia de Fidel (Juan) en Puente Almuhey se reduce a su infancia, y no le quedaron en la localidad parientes cercanos, sí algunos que lo recordaban. En un ‘post-corro’ de Taranilla de los primeros años 90, hablando de viejas figuras y al hablar Cayo de Celis de Flaviano, que se pasó a la lucha libre con un físico espectacular, un vecino de Taranilla que estaba con León Rodríguez habló de «uno de Puente Almuhey que le llamaban El Negro que quedó campeón del mundo». No había más datos que sus recuerdos: «Emigró a Francia».

Tomás Abeigón fue quien siguió su pista y reconoce que todo el mundo alucinaba en Puente Almuhey cuando les hablaba de su ilustre vecino. Ferrero nació en Puente Almuhey el 5 de abril de 1918, donde su padre, Alfonso, trabajaba como escribiente en Feliú y San Pedro, un fábrica de ovoides . Sin embargo, la partida de nacimiento que localizó desvela que su verdadero nombre era Fidel y maneja diversas teorías sobre el cambio: «Podía ser que le gustara más, un homenaje a su abuelo o, incluso, un hermano me habló de que no le gustaba el nombre porque en francés significa fiel y decía que fieles son los perros».

No hay recuerdos directos de él en Puente Almuhey, más allá de el apodo de El Negro por el tono de su piel —que parece que le vino bien después para el culturismo—  y que era un niño débil, lo que no hacía presagiar sus futuros éxitos deportivos aunque sí parece una de las causas que le llevó a los gimnasios. Porque no se puede olvidar que al margen de su título de Míster Universo el leonés adorna su palmarés deportivo con otros títulos en diversas especialidades deportivas: «11 segundos en los 100 metros lisos, 3,15 metros en salto de longitud con lospies juntos y sin carrera, subía la cuerda lisa de siete metros en cinco segundos con las piernas en escuadra; en halterofilia, entre otras marcas, batió el récord mundial en peso muerto a un brazo (190 kilos) y también era un consumado bailarín... hasta que en 1952 llegó el repetido galardón.

En Francia era una personalidad. Protagonizó numerosas portadas de revistas,fue noticia muy seguida su boda con una bailarina también española, Magdalena Isabel Martínez Cuadros, con la que tuvo dos hijos, Rodolfo y Ana, que tampoco han tenido contacto con el pueblo de su padre.El leonés regentaba un famoso gimnasio en París hasta que el 17 de junio de 1958 falleció en un accidente de automóvil, cuando el Renault Dauphine en el que viajaba junto a otros cuatro ocupantes se salió en una curva y volcó, siendo la única víctima del accidente.

En los 90 el citado Abeigón logró que le pusieran una calle en Puente Almuhey, y el actual alcalde anuncia que «le haremos un homenaje este año, para conmemorar su centenario.
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