14/11/2019
 Actualizado a 14/11/2019
Guardar
Una vez que Unidas Podemos le ha hecho el caldo gordo al PSOE (o viceversa) ahora queda condimentar del guiso. «El éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo», decía Churchill. Es temporada de menudeo gastronómico. Famosas han sido legislatura tras legislatura las anchoas de Santoña que traía a La Moncloa en taxi Miguel Ángel Revilla para intentar volverse en AVE. ‘Teruel existe’, el escaño de la España vacía, dice que llevarán jamón a Madrid y Sánchez deberá alabarles la vianda porque estos partidos con objetivo y sin ideología formarán parte de cualquier bloque que incluya sus reivindicaciones. Estará aliviado el presidente en funciones de que ni la UPL, ni ‘Por Ávila’, ni el PPSO hayan alcanzado un escaño. Ya se veía en la misma mañana dándole a la cecina, a las revolconas y a los torreznos. No se vayan a ofender las sensibilidades gastronómicas. No le iban a quedar jardines que correr para bajar las calorías.

La atomización del Congreso de los Diputados, con dieciséis fuerzas políticas con representación tras las elecciones del domingo, se ha consolidado como la verdadera cámara territorial de nuestro país. Más plural, o plurinacional según el PSOE martes y jueves, que el Senado que conserva las mayorías absolutas del bipartidismo. En el Congreso la gobernabilidad depende cada vez más de la representación territorial, quizá como siempre, que el nacionalismo vasco y catalán han tenido la mayor parte del tiempo las llaves. Que Aragón venía en la mochila de Labordeta. Aquí mercadean las investiduras, presupuestos y leyes, mientras que el Senado es solo un contrapeso roto de partidos. Solo sirve para aprobar la aplicación del 155 sin remordimientos.

Anchoas cántabras, jamón de Teruel, txacoli y plátanos canarios. Cocina creativa para alimentar un Gobierno. Aunque Sánchez deberá aficionarse sobre todo a la escalivada, esperemos que traiga tartera Rufián, para que la nueva intentona de Pedro y Pablo acabe con cava.
Lo más leído