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El Buen Amor al Carnaval

05/02/2021
 Actualizado a 05/02/2021
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En mi familia hace mucho que don Carnaval ganó la batalla a doña Cuaresma. Me refiero a esa célebre pelea que recogía ya ‘El Libro del Buen Amor’ en el siglo XIV: «De mí, doña Cuaresma, justicia de la mar, alguacil de las almas que se habrán de salvar, a ti, Carnal goloso, que nunca te has de hartar, el Ayuno en mi nombre te va a desafiar». Mi abuela y mi madre se pasaban semanas diseñando y cosiendo disfraces; y nosotros heredamos su pasión. No recuerdo un solo año en el que no vistiera de Carnaval. En la casa de La Bañeza tenemos un armario a reventar de disfraces, abres la puerta y te cae encima una cascada de espadas, tridentes, cuernos, pelucas de todos los colores, tutús, faldas de volantes, tocados egipcios, máscaras de monstruos o capas de vampiros. En mi vida muchas cosas importantes han sucedido en Carnaval. Creo que podría escribir un libro solo con esas historias, las alegres, las absurdas y las tristes. Esas también.

Y me doy cuenta de algo: este va a ser el primer año en la historia de la civilización occidental en que no se podrá celebrar el Carnaval en ningún lugar del mundo.

Muchos dirán: ¡pues vaya drama!, estamos más tranquilos sin Carnaval, a quién le gusta pintarrajearse, el alboroto, las bromas; el Carnaval es chabacano, es un peligro público.

Y yo digo: ese es solo el principio, tampoco se podrá celebrar la Semana Santa y veremos si las fiestas patronales. Y ¿qué es un pueblo sin su cultura popular? Esa cultura nos define. Es la intrahistoria de un territorio, lo que no recogen los libros. ¿Por qué los carnavales de Llamas de la Ribera, de Alija o de La Bañeza se han preservado durante siglos?

El Carnaval es una celebración transversal, para todas las edades, clases sociales yculturas. Desde los bailes de disfraces de reyes hasta los antruejos cabreirenses; desde la sofisticación de Venecia hasta la creatividad de los sábados bañezanos. Es la fiesta más democrática que existe: disfrazados somos iguales, desaparecen las barreras de edad, de clase social, incluso de sexo. Tú vales lo que vale tu imaginación.

El Carnaval es sanador. Sacas fuera tus demonios y tus obsesiones, te ríes de lo que te preocupa, de lo que te da miedo. Del gobierno y del vecino de arriba, de Trump y del coronavirus.

Y ¿qué es el ser humano sin la risa y sin la imaginación? Es un ser inhumano. Un ser encerrado en sí mismo.

Este será un año más en el que estaremos encerrados en nosotros mismos. Pero con la esperanza de que el próximo saquemos a la calle nuestro dolor y nuestro humor, cuanto más negro, mejor; y también nuestras plumas de colores, cuanto más estridentes, mejor.
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