¿El Bierzo, después del coronavirus qué? Por Jorge Vega Núñez

El director de la Uned en Ponferrada reflexiona sobre el futuro de la comarca tras la pandemia en el foro de La Nueva Crónica

Jorge Vega Núñez
01/07/2020
 Actualizado a 01/07/2020
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El Bierzo, antes del virus. En 2004 varios investigadores de Uned publicábamos ¿Después del Carbón qué?, trabajo que reflejaba la reducción del empleo minero en El Bierzo en un 85% en los 35 años anteriores, la controvertida cuestión de las prejubilaciones, su difícil ‘reconversión’ a otras actividades y el consecuente éxodo a otras zonas, contribuyendo a lo que con el tiempo se ha venido a denominar, de forma más o menos afortunada, la España Vacía.

El 16 de noviembre de 2018 cerró el pozo Salgueiro, la última mina activa.

En la época previa a Covid-19 y para hacer frente a esta dramática situación,nosotros planteábamos la recuperación de rutas turísticas, la puesta en valor del patrimonio histórico-cultural, la recuperación de proyectos ya concretados en aquel tiempo como el tren turístico Ponfeblino, todo ello, acompañado de la recuperación medioambiental, de la necesaria mejora de infraestructuras que aprovechase las interesantes ayudas públicas existentes en aquellos momentos y constituyese el substrato para la implantación de proyectos empresariales generadores de empleo al mejorar la accesibilidad a las zonas y la disponibilidad en ellas de suelo bien dotado. Mejoras en materia de comunicaciones y, sobre todo, la potenciación del acceso a la sociedad del conocimiento y la información en plena ‘Era Digital’, caracterizada por la Nueva Economía y Sociedad Red.

En aquel momento pensábamos que, diversificado el sector agrario, valorizados y puestos en el mercado los productos autóctonos de calidad y dimensionado en sus justos límites un turismo sostenible, los municipios de El Bierzo podían ser lugar de residencia para nuevas familias, alternativos a la gran ciudad.

Antes de Covid-19 el complicado panorama socioeconómico ya justificaba la necesidad de diseñar y consensuar entre todos los agentes públicos y privados implicados un relato para el futuro de El Bierzo.

Este virus ha venido a reforzar dicha necesidad hasta convertirla en crítica.

La ‘buena noticia’ es que Covid-19 podría servir para que algunos residentes en grandes ciudades se replanteen la oportunidad de instalarse en entornos menos masificados y, por ende, potencialmente más seguros y saludables, y esto, a nuestro juicio, supone una oportunidad para El Bierzo. Para aprovecharla, creemos que el modelo socioeconómico que debe consensuarse ha de cumplir dos condiciones:

En primer lugar, ha de ser compatible con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y que la Unión Europea ha hecho suyos. En este sentido, proponemos un modelo productivo de Economía Circular donde los bienes se producen, se consumen, se reciclan y se vuelven a consumir, cerrando el ciclo.

En segundo lugar, resulta imprescindible plantear un modelo de desarrollo perfectamente adaptado al paradigma económico actual caracterizado por una Economía del Conocimiento soportada tecnológicamente en la Cuarta revolución Industrial que representa nuevas formas en que la tecnología se integra en las sociedades y está marcada por los avances tecnológicos emergentes en varios campos: robótica, inteligencia artificial, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, Internet de las cosas (IoT), impresión 3D y vehículos autónomos.

Como hemos tenido ocasión de comprobar en este confinamiento, las tecnologías que sustentan la economía del conocimiento permiten conectar a miles de millones de personas, mejorar drásticamente el trabajo colaborativo y la eficiencia de las organizaciones y ayudan a regenerar el entorno natural a través de una mejor gestión de los recursos.

El Bierzo, como territorio que pretende adaptarse a dicho modelo económico, necesita contar con entidades y empresas que aprendan a trabajar en red, sean innovadoras y capaces de atraer y retener talento.

Antes de Covid-19, los recursos económicos principales (talento, innovación y creatividad) no estaban distribuidos de manera uniforme en la economía global, sino que se concentraban en lugares específicos que agrupaban dichos recursos y les permitía tener una alta densidad de población, ser más productivos y acabar convirtiéndose en los motores principales del crecimiento económico.

Asistíamos a la controversia entre una tierra plana o puntiaguda [Thomas Friedman, defensor de la propuesta de una Tierra plana, se refería a la liberación de las restricciones espacio-temporales permitidas por la revolución de las TIC, la globalización de los mercados y la liberalización de todo tipo de intercambios, que parecían acabar con las tendencias concentradoras seculares y abrir nuevas oportunidades para aquellos territorios que supieran aprovechar esas nuevas condiciones. Enfrente, trabajos como los del actual ministro de universidades, Manuel Castells o los de Richad Florida, destacaban el riesgo de que la diferente capacidad de los territorios para adaptarse a los cambios propiciase una profundización de las brechas digital y aportaban información sobre la creciente polarización a favor de un reducido número de megarregiones metropolitanas, que concentraban una proporción creciente de la población, el empleo, la riqueza y, sobre todo,los recursos e infraestructuras necesarios para producir, difundir y aplicar conocimiento].

¿Qué estamos haciendo desde la universidad para contribuir a que El Bierzo aproveche la oportunidad que le brinda Covid-19?

En la Cátedra de Turismo Sostenible y Desarrollo Local trabajamos para poner en valor los recursos, patrimoniales, naturales y culturales; fomentar el emprendimiento; utilizar el turismo sostenible e inteligente como catalizador; poner en marcha un Hub de Innovación que afronte el reto de la atracción y retención de talento y propicie un marco de colaboración adecuado para que todos los agentes públicos y privados podamos unir nuestras capacidades para la definición del modelo de desarrollo más adecuado para nuestra Comarca.

Pensamos que la experiencia extrema que estamos viviendo a nivel global supone una oportunidad única de revertir la tozuda realidad previa al virus, una tierra puntiaguda donde la competencia global incitaba a las grandes megarregiones urbanas a seguir creciendo, a costa de exacerbar con ello las disparidades socioeconómicas y territoriales.
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