El berciano que 'voló' en el Camino de Santiago

Manuel Merillas recorrió los más de 700 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago en bicicleta en 26 horas, tan rápido que la Xunta no reconoce su hazaña

A. Cardenal
01/11/2017
 Actualizado a 13/09/2019
El berciano Manuel Merillas recorrió 775 kilómetros en apenas 26 horas.
El berciano Manuel Merillas recorrió 775 kilómetros en apenas 26 horas.
El berciano Manuel Merillas, natural de Valseco, es un enamorado de la montaña. Durante años ha competido con los mejores, superando desniveles imposibles y no rindiéndose ante nada, tampoco ante su propio cuerpo.

Una calcificación en el pie derecho que sufrió en silencio durante casi dos años le provocó un dolor que convertía cada carrera en un suplicio y finalmente le obligó a parar este año, pasando por el quirófano el pasado mes de mayo. Lo que para algunos hubiera supuesto el fin de su carrera, para Merillas fue otra montaña que subir. Lejos de nunca bajar los brazos, siguió pensando y preparando nuevos retos.

En su recuperación, la bicicleta, que antes era apenas un complemento de su preparación, se convirtió en una compañera inseparable. Así nació la idea de hacer el Camino de Santiago en solitario, pero no una ruta tradicional, sino una carrera contra sí mismo y sus miedos para recorrer los 775 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago de Compostela. «Hacía tandas de 300 o 400 kilómetros a 35 kilómetros por hora y la preparación mental de haber hecho carreras largas me animó a lanzarme», explica el atleta.

Lo que para muchos se convierte en una aventura de semanas, para Merillas apenas duró un día. 26 horas le costó al berciano completar el Camino de Santiago, una jornada maratoniana en la que no durmió y apenas paró, solo lo indispensable o cuando su bicicleta dijo basta.

Lo que se gestó como una aventura individual se hizo realidad gracias a su familia, ya que los ánimos de su hermana y su sobrina le permitieron superar sus dudas y ganas de tirar la toalla en los momentos más difíciles. «Pinché dos veces antes de llegar a Burgos y tuve que llamar a casa para que me esperaran allí porque no me quedaban más recambios. No quería continuar, pero me animaron. Sin ellos no lo habría conseguido», recuerda. Fue un trabajo en equipo. Su cuñado le acompañó hasta Astorga y su padre finalizó con él el trayecto. «Trabajó dos noches seguidas para adelantar faena y poder acompañarme», confiesa, un sacrificio que le ayudó a superar la noche y completar la hazaña.

Tal fue el desgaste que esperando a recibir la Compostela, Merillas necesitó un relevo porque se estaba quedando dormido y durante dos semanas estuvo «roto». Al llegar su turno, el cuento no tuvo final feliz. «Me dijeron que era imposible que lo hubiera hecho en tan poco tiempo», lamenta.

¿Y ahora qué? Seguir luchando. «Cada día enviamos correos esperando una respuesta, pero ni siquiera nos contestan», explica, aunque confía en que la difusión de su historia sea una ayuda para que la Xunta reconozca la gesta antes de volver a la montaña, su hábitat natural. «En dos semanas tengo un nuevo reconocimiento y espero que el médico me deje dar un paso más en la recuperación». Porque a Merillas, no hay forma de cortarle las alas.
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