15/03/2015
 Actualizado a 08/09/2019
Guardar
Del Benito han escrito muchas personas, desde Francisco Pérez Herrero, el creador del mito de Genarín, hasta Francisco Umbral, quien en su costumbrista ‘Crónica de las tabernas leonesas’, que escribió en sus años en la ciudad, dejó dicho que la vetusta taberna del esquinazo de la Plaza Mayor leonesa era ‘el Ateneo del Mus’. Yo mismo en mi viajera crónica por las catedrales del norte de España hice por recalar en el centenario bar, quizá en homenaje a las innumerables veces que en él eché la quiniela o tomé el vino con aceitunas que Chus y Alfredo Méndez servían a sus clientes, algunos de la misma edad que el bar, en los lejanos años de mi juventud: «¡Buenos días», «Buenos palos merecías», se saludaron el viajero y Alfredo el viejo al verse de nuevo, honrando a la retranca leonesa, que en el local tenía también su academia.

El Benito cumple este año su centenario y a uno le resulta extraño, pues creía que el viejo bar ya no tenía edad, que la pátina que el tiempo había dejado en su reloj, en las viejas y desgastadas mesas corridas, en las baldosas hidráulicas, también gastadas de tanto fregarse, en las fotografías antiguas de sus paredes y en las pizarras en las que Alfredo y Chus anotaban los resultados del fútbol cada domingo y en las que aún quedaban los rótulos de equipos, ya más que históricos, de la prehistoria del balompié, como el Indauchu o el Júpiter Leonés, había detenido la historia y el local flotaba en un no-tiempo semejante al de los museos. De hecho, el hijo de Chus, que se llama Alfredo como su tío y que, aparte de ejercer de ferroviario en un tren, el de la Feve, cuya historia también es centenaria, regenta el bar familiar, ha querido introducirle algunos cambios, pero el local se resiste a ellos. El Benito, como el tren hullero o de la Feve, están ya por encima de los tiempos y las modas y continúan sus respectivos viajes dándole vida a una ciudad que en ellos tiene dos de sus símbolos y guardando el recuerdo de sus parroquianos, que han sido miles en todo ese tiempo.
Lo más leído