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El atasco del parchís

20/11/2021
 Actualizado a 20/11/2021
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En un momento en el que el juego del Calamar, ambientado en Corea del Sur, parece eclipsar nuestras vidas, me van a permitir que no abandone el continente asiático y dé un salto hacia la India, país que fue testigo en el siglo XVI del nacimiento de otro juego, al que estoy seguro habrán jugado más de una vez, me refiero al parchís, y que, aunque suene extraño, está ligado a la más reciente actualidad y a los orígenes del terruño leonés.

Quién nos iba a decir que un parchís gigante ubicado en un paraje denominado Reino de León fuera a causar tantos problemas en la vida cotidiana de los leoneses. La coincidencia ha querido que las marcas del nuevo centro comercial de la ciudad den vida a las fichas de este juego gracias al rojo de Conforama y Kiwoko, al verde de Leroy Merlín y Sprinter, al amarillo de Alimerka y al azul de Decathlon. Si a esto unimos que desde su apertura cada vez que vas a pasar por allí con el coche tienes que cruzar los dedos para que no haya barrera en forma de atasco, tenemos un juego menos peligroso que el del Calamar pero no por ello menos estresante.

La culpa es siempre soltera y los políticos han tirado sus dados queriendo comer la ficha de los rivales, utilizando la memoria histórica según su conveniencia, provocando tal confusión que hay dudas hasta de que la responsabilidad de este fiasco sea de los reyes García I o de su hermano Ordoño II.

No obstante, la verdad es que nos quejamos por todo en lugar de sacar los aspectos positivos de esta gesta. ¿No estamos siempre lamentándonos del centralismo de Madrid? Pues ya está, cada vez nos parecemos más a la ‘capi’. Quién nos iba a decir que ya tendríamos hasta nuestra propia M-30. Ya solo falta que tengamos el musical ‘El Rey León’ y misión cumplida. Desde hace unos días cuando vienen mis compañeros de trabajo de Madrid lo primero que hago es llevarles por la ronda este para que vean que no somos tan diferentes.

Otra de las grandes ventajas que nos va a proporcionar ese parchís comercial es el teletrabajo. En León era indefendible utilizar la excusa del tiempo que se emplea para llegar al trabajo para conseguir teletrabajar, pero ahora, los que vivimos al este de la ciudad tenemos un nuevo argumento que justifica el teletrabajo.

Ahora solo falta confiar en que los políticos no echen por tierra esta nueva singularidad de nuestra ciudad y la potencien, por ejemplo, intentando que se instale en esa zona también Ikea, cuyos colores corporativos no romperían la gama cromática del parchís, y que nos pondría al nivel de atascos que se merece un reino como el de León.
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