El asesinato de Rocío sigue impune

Más de 12 años después el denominado crimen de Nava sigue sin resolverse

I. Herrera
26/11/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Florinda, la madre de Rocío, en el salón de su domicilio. | DANIEL MARTÍN
Florinda, la madre de Rocío, en el salón de su domicilio. | DANIEL MARTÍN
Posiblemente, lo que más sorprenda, sea que doce años y medio después sigan manteniendo la fe en la Justicia. A Rocío la mataron en mayo de 2005 y a día de hoy el crimen sigue impune. Su familia no tiene ninguna duda de quién asesinó a su hija y lo argumentan en una montonera de indicios que están recogidos en una caja llena de sobres y carpetas que guardan en casa con escritos que engordan el sumario judicial, pero la causa, reabierta y con un sospechoso retrasando la práctica de pruebas, no ha hecho más que ir sumando un cúmulo de despropósitos que arrancan desde el primer minuto, cuando al levantamiento del cadáver, hallado el 7 de junio de 2005 en una escombrera «en avanzado estado de putrefacción», no se personó juez alguno.

Pero siguen confiando en que algún día el culpable pague por el crimen: «Hombre, eso esperamos, y en la Justicia confiamos... por algún lado tiene que romper, porque la realidad está ahí».Aunque la realidad lleva más de una década estancada.

Pasaban los días y se sucedían los mensajes "y ya fuimos a poner la denuncia a la Guardia Civil"«A mí lo que más me pesa es no haber salido con ella aquel día». El rostro de Florinda se contrae cuando recuerda la última vez que vio a su hija. Rocío se estaba preparando en el baño para ir a encontrarse con el presunto padre del bebé que llevaba dentro y principal sospechoso del crimen. Discutían. «Yo estaba haciendo la habitación y la sentía hablar con él –por teléfono, según consta en la instrucción le llamó desde una cabina cercana a su casa poco antes de verse, explica Florinda–, ella le decía que le daba igual (que no quisiera hacerse cargo del bebé), que ella mientras tuviera dos manos podía sacar adelante a su hijo y que no era ninguna deshonra, que para eso estábamos sus padres, para ayudarla. Pero él le dijo que iban a arreglarlo con su padre. Y lo arreglaron, vaya si lo arreglaron. Se iba a encontrar con él y yo le dije que salía con ella, pero me dijo que no, que decía que si salía yo se marchaba, y es lo que me pesa a mí en la vida, no haber salido con ella». Esa mañana Florinda vio pasar la furgoneta de él, «y es que me chocó tanto, porque no podía verle la cara, pero sí las manos al volante con los guantes, y llevaba ropa de trabajo». Ese día fue el último que vio a su hija con vida, «se fue con él y no la volvimos a ver».

Mensajes después de muerta


A partir de entonces todo lo que supieron de Rocío fue por mensajes de texto del móvil. El primero fue esa misma tarde «y aquello no caía de cajón, decía que estaba en Madrid, que ya tenía curro, tenía casa... aquello no era normal». Pero ellos llamaban y, «sí, descolgaban el teléfono pero allí no contestaba nadie, se quedaban escuchando y nadie hablaba, hasta que colgaban».

El cadáver de Rocío fue hallado casi un mes después de su desaparición en una escombrera de Navatejera  Y así un mensaje y otro y otro, pero aunque en algunos ponía que iba a ir a verles, allí no apareció nunca más. De hecho, Rocío debía llevar muerta desde el mismo día de su desaparición. «No era habitual que mandara mensajes. Oye, sí, cuando tenía que mandarme me mandaba, pero ella, por ejemplo, conmigo nunca usaba abreviaturas, me escribía todo normal, con todas las santas letras, y aquellos eran mensajes en abreviatura. Que no, que aquello no era normal. Si es que había un mensaje que, fíjate, nos decía que subiéramos a pedirle perdón a Manu porque él no era el padre y que el padre era un amigo de mi hija del pueblo (que también sigue como investigado a pesar de haber dado negativas las pruebas de ADN que él sí se ha hecho). Eso no lo escribía mi hija, era imposible, porque por los papeles –se refiere a los informes de la investigación–, mi hija, cuando nosotros recibíamos esos mensajes, a dónde estaba ya la pobre; eso lo escribiría él, o la familia, o quien fuera. Y pensar que tenía miedo a una mosca... cuánto llamaría ella a su madre y a su padre dios mío». Del teléfono de Rocío jamás se ha sabido nada.

Pasaban los días y se sucedían los mensajes «y ya fuimos a poner la denuncia a la Guardia Civil». «Le contamos que ella se había marchado en estas condiciones y que no sabíamos nada más que lo que se recibía por los mensajes y queríamos poner una denuncia para saber, pero el que nos atendió nos dijo que, claro, que ella era mayor de edad y que no podían traerla por la fuerza, que tenía que ser decisión de ella volver a casa».

Fugaz detención


Luego ya, «pues fue cuando pasó lo que pasó», apareció el cuerpo. «Nos llamaron de la Guardia Civil y nada más que nos enseñaron un playero y los anillos que llevaba, y la pulsera, que era mía, ya no había más dudas».

A los dos días de la aparición del cadáver detienen a M.M.A., el chico con el que, según la familia, mantenía relaciones Rocío cuando desapareció, el presunto padre del bebé que esperaba, el que la habría ido a buscar el último día que sus padres la vieron con vida. Pero poco tardó en quedar en libertad por decisión judicial. «A partir de ahí, todo fue así, hecho a medias».

La autopsia reveló que al cuerpo de Rocío le faltaban varias piezas dentales y las falanges de los dedos de las manos. «Pero ni se investigó por qué le faltaban los dientes ni por qué le faltaban las falanges. Pues porque trataría de defenderse. Y lo que más nos fastidia es eso, que su padre (el del único sospechoso válido para la familia de Rocío) en aquellos días, de aquí para abajo –se señala Florinda el brazo por debajo del codo– andaba vendado de una mano. ¿Blanco y en botella? ¿Por qué le faltaban los dientes a mi hija? Porque trataría de defenderse, le mordería o lo que fuera, y le dio un puñetazo y le arrancó los dientes; allí había pruebas, pero todo así, sin analizar, todo a favor de ellos, todo lo nuestro se deniega», explica entre continuas muecas de no entender por qué la Justicia se empecinó en no revolver el caso cuando para ella y su marido, Baldomero, está más que claro que el autor de la muerte de su hija lleva el apellido del principal investigado.

Los pelos de la esperanza


Recurrieron a contratar un informe forense particular y, «por lo que se ve, lo que no se encontró aquí lo encontró ese señor, 21 pelos ni más ni menos. Y eso que a lo primero costó, porque la jueza de Instrucción 3 de los Juzgados de León, encargada de la instrucción de la causa, no quería dejar salir las pruebas porque decía que se rompía la cadena de custodia o no sé qué, pero al final se dieron y aquí estamos».

‘Aquí’ es esperando una prueba más de doce años después, pues la jueza de Instrucción 3 decidió archivar el caso, si bien, la Audiencia Provincial de León ordenó que se reabriera. Esto fue a finales de 2015.

–Son ya doce años sin Rocío y no hay visos de que vaya a celebrarse juicio alguno para castigar el crimen. ¿Qué sensación tienen?
–Que el asesino es una persona que va por ahí con la cabeza bien alta y, los demás, ahí estamos. Día tras día y dolor tras dolor. Y pensar que ellos andan con la cabeza muy alta y nuestra hija, donde está metida... y que esto no se resuelve... Impotencia.

El 16 de enero, fecha clave


Absolutamente insatisfechos con la autopsia practicada al cuerpo de su hija, la familia Fernández Ameijeiras recurrió al prestigioso forense Luis Frontela, que halló hasta una veintena pelos adheridos a la ropa de Rocío, una puerta que abría la posibilidad de darle continuidad al caso. Nuevas pruebas que permitían reabrir la investigación que, sin embargo, sigue atascada, según explica la madre de Rocío, por la insistente negativa del principal sospechoso a practicarse las pruebas.

En el caso del otro investigado, el amigo de Rocío de su pueblo, se ofreció desde el primer momento a practicarse las pruebas. Según Florinda, la madre de la víctima, es un síntoma más que claro de quien tiene algo que esconder y quien no: «Si ese señor tiene así y éste supuestamente tiene así –utiliza el brazo para señalar hasta donde pueden pesar los indicios de uno y de otro–, y aquel otro señor no se negó a nada y éste se niega a todo, por algo será, si no tienes nada que ver ¿por qué te niegas a hacer pruebas y por qué te niegas a hacer todo?».

Si el 16 enero se llevan a cabo, finalmente y tras varios años de intentos, las pruebas en cuestión, el caso podría dar un giro levantando todas las sospechas sobre M.M.A. o complicándole su defensa.

Un caso con todos los incidentes, imaginables y no imaginables


«La autoridad (se refiere Florinda a la Guardia Civil, encargada de la investigación del caso) ha hecho todo lo que podía hacer, yo creo que ha hecho hasta el máximo, pero ha sido todo tumbado por parte de la Justicia, que lo dieron todo para atrás, y que si hubieran hecho lo que tenían que hacer, esto estaba más que resuelto». Desde la Guardia Civil sostienen que se trata de un caso en el que se han sucedido todos los incidentes, «imaginables y no imaginables», y que ahora es la Justicia la que tiene que tiene que actuar.
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