david-rubio-webb.jpg

El arrepentimiento

13/06/2021
 Actualizado a 13/06/2021
Guardar
Para demostrar lo cómodos que se desenvuelven en el mismo juego político que les aúpa y les apea de sus cargos, los jueces del Tribunal Supremo negaron el indulto a los políticos catalanes que impulsaron por las bravas la declaración de independencia argumentando que no veían en ellos ningún tipo de arrepentimiento. Se trata de una de las frustraciones que todos tenemos que aprender a gestionar, pues ante las decisiones más comprometidas la solución suele ser aquella de la que sabes que te vas a arrepentir menos. Así es como llevamos votando millones de españoles desde hace años. Pero, ¿cómo se mide el arrepentimiento? Su presencia en el Código Penal indica que, pese a lo que dice la Constitución y pese a que habrá psiquiatras que puedan cuantificarlo, aún estamos muy lejos de ser un estado aconfesional. Al juez sólo le falta pedir al acusado que, además de confesarse, haga examen de conciencia, sienta el dolor de los pecados y la contrición del corazón, que manifieste su propósito de enmienda y mandarlo después como penitencia a rezar unos cuantos Padresnuestros, al sol o a la sombra. ¿Cambiaría algo que los condenados por intentar lograr la independencia de Cataluña sin respetar la ley dijeran que están arrepentidísimos aunque todos supiéramos que es mentira? Es bastante probable que no, porque los jueces hubiesen buscado otro argumento para que al final el precio del indulto lo pague, en cualquier caso, el Gobierno. Como las decisiones más difíciles, esos indultos no son algo de lo que sentirse orgulloso, pero al menos muestran otro camino más esperanzador al que recorrió el PP en Cataluña y que nos ha traído hasta aquí.

En la mañana del pasado martes se celebró en San Marcos un homenaje a quienes fueron encarcelados allí cuando el hoy lujoso parador fue campo de concentración. Se organizó un acto exclusivo, digamos del socialismo más onanista, de hacerse muchas fotos y darse mucho la razón, sólo para cargos con el RH más puro del PSOE y también alguna excepción: estaba el alcalde de León. En el edificio ya había desde hace una década un monolito que recuerda a las víctimas, promovido por el Museo de León cuando tuvo allí su sede, en el que se puede leer «en memoria de cuantos sufrieron prisión, tortura y muerte en San Marcos» pero, como al parecer aquel recuerdo no lo pusieron los que lo tenían que poner ni se hicieron las fotos correspondientes, esta semana hubo que inaugurar otra placa. No deja de ser curioso que se muestre respeto por las víctimas ignorando a los que se lo mostraron antes.

Fue un evento a mayor gloria del presidente de Paradores, ese cargo que el presidente del Gobierno suele destinar al mejor ñapas de las reformas internas de su partido. En este caso el encargado de entregar el ramo del flores a quien ya es el único superviviente de aquel horror fue Óscar López, sorprendentemente aún socialista ejemplar aunque en 2013 ordenó pactar con un acosador con condena firme para recuperar la alcaldía de Ponferrada y, cuando se montó el lío, sólo le faltó decirles sus concejales ¿pero cómo se os ocurre? Ocupado en aquellas maniobras, normal no se enterase de que ya había un recuerdo a las víctimas de San Marcos.

La prensa vio el evento por televisión, esa costumbre que era gravísima cuando la protagonizaba M.R. (por mantener el libro de estilo de Bárcenas) y que ahora practican con insultante desprecio muchas instituciones de todos los colores políticos. El resultado fue que muchos medios tuvimos que recurrir a los textos que enviaron las agencias, en los que hubo un mínimo error, tan comprensible por parte de la redactora como  a la postre metafórico. Una sola palabra lo cambiaba todo: el último verso de un poema de Antonio Gamoneda, que Zapatero considera su favorito y presume de saberse de memoria, dice que «una patria es un país con justicia», aunque fue transcrito, y así apareció en casi todos los medios, como «una patria es un país sin justicia».

La patria y la justicia, en la misma frase, pueden llegar a crear belleza, como demuestra Gamoneda, pero al viajar de la poesía a la actualidad generan muchas contradicciones. Días más tarde nos visitó el ministro Ábalos y, aunque los leoneses queríamos saber lo que pasa con todos los proyectos que tiene pendientes en esta tierra, a él parece que le interesaba más aclararnos lo que ya sabíamos: la postura del Gobierno respecto a los mencionados indultos. Como el arrepentimiento no se puede medir, lo que sí que tienen ya medido es el coste político de la decisión, y se prepara una remodelación del Gobierno que, junto a la comprobada amnesia de los españoles, les permita seguir adelante como si nada hubiera pasado.

De patria y de justicia se les llena la boca a los que esta misma mañana se manifestarán en la plaza de Colón contra esos indultos. Siempre tan orgullosos de hacer el ridículo reclamando justicia a la sombra de una bandera que consideran solo suya, llama la atención que sí les pareció en su día un arrepentimiento muy patriótico que el Rey Emérito dijera «lo siento. Me equivocado. No volverá a ocurrir», aunque después no hayamos visto, la verdad, demasiado propósito de enmienda.

Entre todos ellos, dan muchos más motivos para el arrepentimiento que para el orgullo.
Lo más leído