El arquitecto que regaló su abrigo a un niño pobre

El Día Mundial de la Arquitectura se celebra este lunes en numerosos países, entre los actos que se anuncian en León está la colocación de la Placa Dacomomo al Edificio jardín de la Avenida de la Facultad

Fulgencio Fernández
07/10/2019
 Actualizado a 07/10/2019
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La colocación de la Placa Dacomomo es uno de los actos centrales en León de las actividades relacionadas con la celebración del Día Mundial de la Arquitectura (este lunes día 7). Y este año el edificio elegido es el Edificio Jardín de la Avenida de la Facultad, número 7, y cuya autoría corresponde al trío García Quijada, De Prada Poole y el leonés Alberto Muñiz, el singular Tío Alberto, fundador de la Ciudad de los Muchachos en Madrid, de la que sigueal frente casi medio siglo después.

La placa Dacomomo (Fundación para la Documentación y Conservación de la Arquitectura y el Urbanismo del Movimiento Moderno) reconoce como representativo de la arquitectura moderna en la ciudad.

Explican desde el Colegio de Arquitectos de León, organizadores de las actividades en León, que el edificio elegido este año supone la irrupción en el panorama arquitectónico leonés, a mediados de los 70, de nuevas formas de ejercicio profesional. «Frente al individualismo de sus colegas locales, poco propensos al trabajo en asociación, este grupo de jóvenes arquitectos establece en Madrid un estudio colectivo con amplia red de acción, del que forma parte León, en tanto que tierra natal de uno de ellos, Alberto Muñiz Alique.

El acto supone el regreso, aunque sea de manera simbólica, a su tierra de Alberto Muñiz, Tío Alberto, un gran arquitecto y un personaje singular y solidario, desde su infancia, como siempre recordaba su madre. «Recuerdo que le compramos un abrigo para que fuera a clase en aquellas mañanas frías de León y el mismo día que lo estrenó regresó a casa sin él, se lo había regalado a un niño pobre que en su casa no tenían dinero para comprárselo».

El propio Muñiz recuerda otras historias que hablan de su talante social y su espíritu solidario. Cuenta que también de niño comenzaron a molestarle las injusticias sociales: «Recuerdo que llegaba a casa un fontanero y solucionaba un problema grave, que se nos inundaba la casa, y yo le decía a mi padre, si este señor es más listo que tu porqué mamá no me deja estar con ellos, pues cabe recordar que eran los tiempos en los que los trabajadores manuales no estaban excesivamente valorados».

Son muchas las anécdotas, o no tanto, de la vida de Tío Alberto, con el tiempo fundador de la llamada Ciudad de los Muchachos en Madrid. Y hay un hecho que siempre recuerda y que le ha llevado a explicar en él la fundación de esta institución que ha sacado de la calle a miles de niños y rehabilitado a muchos de ellos. «Hay un hecho impresionante en mi vida, cuando me sacó de la depresión, que es terrible un pozo sin fondo, un niño de tan solo 14 años alque por circunstancias de la vida no volví a ver y creo que en todos los niños a los que trato de ayudar en la CEMU busco a ese niño que me ayudó a mí».

Por eso tiene tan claro Alberto Muñiz que «los mejores momentos de mi vida son los éxitos con los niños, cuando salen adelante; por tanto, los peores son evidentemente los fracasos con los niños, aquellos que no logramos rehabilitar». Y a la hora de ponerle números a varias décadas de trabajo señala que «entre todos los niños, internos y externos, han pasado por la CEMU unos seis mil. De ellos, unos mil son los que considero hijos míos, los que se han salvado. No sé medir cuánto dolor hemos evitado, pero creo que mucho y ésa es la fuerza motriz de mi trabajo».

Aunque, por supuesto, hay otro momento mágico en su vida, pero que no tiene que ver con sus desvelos en la CEMU: «El gran momento mágico fue cuando llegó una enfermera con mi hija en el paritorio y me la presentó, eso me quedó grabado a fuego, me dejó impactado».

Éste es el personaje a uno de cuyos edificios hoy se reconoce en su tierra, recordando que también es uno de los arquitectos más reconocidos del país. Un polifacético artista (también dibuja, escribe...) que como arquitecto ha realizado algunos de sus proyectos más allá de nuestras fronteras y ha sido reconocido en numerosas ocasiones por sus diseños vanguardistas. En 2017 logró el segundo premio en el Concurso para el Parque de Polvoranca cuyo cuantioso premio en metálico «hubiera tenido como destino la CEMU y desafortunadamente se quedó por el camino».

Por cierto, su proyecto fin de carrera se refería a una actuación en la estación de Renfe, con soterramiento, unión con Ordoño II... suena.
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