cesar-gavela-buena.jpg

El apoyo moldavo

29/09/2019
 Actualizado a 29/09/2019
Guardar
Algunas veces nos encontramos con noticias que tienen un inesperado halo de ternura. No son noticias crueles de sucesos, ni novedades manidas de la política, tampoco avatares del deporte, de la cultura, de la economía o de la moda. No, se trata de otra cosa. De un aura de ingenuidad que resulta tonificante. Que sorprende y nos deja en el rostro una sonrisa.

Eso es lo que he sentido al enterarme de que la embajadora de la remota, aunque europea, república de Moldavia, apoya expresamente que Villafranca del Bierzo sea la sede de una edición de las Edades del Hombre, un propósito por otra parte justificadísimo debido a la gran belleza de esa ciudad berciana. A su enorme riqueza monumental, a su significado jacobeo, y al hecho de ser patria de los más grandes escritores del Bierzo de los dos últimos siglos. Y todo eso con solo tres mil habitantes. Enrique Gil y Carrasco, Ramón Carnicer, Antonio Pereira y Juan Carlos Mestre son villafranquinos.

Moldavia está muy lejos. Es una especie de minúscula Rumanía, de solo 3,5 millones de habitantes y ni siquiera eso porque una parte de su pequeño territorio está segregado de facto por una llamada república de Transnistria, que obedece a los intereses de Moscú, una de las pocas capitales que reconoce a tal engendro. Moldavia es un lugar llano y fluvial cuyas mujeres son famosas por su belleza, no sé si también sus hombres. Todo eso le confiere el encanto de la lejanía, de lo que es poco conocido, de lo que tiene un toque literario, que bien puede simbolizar el nombre de una de sus ciudades, Tiraspol. En Tiraspol seguro que suceden muchos cuentos y que algunos de sus vecinos son personas misteriosas y modestas, sobre todo los ancianos, que tanto habrán visto desde que, en su juventud, Moldavia era una república soviética. Ahora trata de ser admitida en el club de Bruselas y es una entusiasta competidora de Eurovisión, como tantos minúsculos estados de la antigua URSS que tienen mucho protagonismo en ese célebre festival de música pop.

La embajadora de Moldavia, Violeta Agrici, ha querido poner su granito de arena, de la lejana arena del Dniéster, para que Villafranca del Bierzo sea sede de las Edades del Hombre. Es una noticia que tiene algo de los cuentos de Tintín, sobre todo los que sucedían en Sildavia y Borduria, lugares vagamente balcánicos. Pero todo suma para que Villafranca tenga el reconocimiento que merece. No en vano es la ciudad más romántica de todo el espacio asturleonés. ¡Gracias, Moldavia!
Lo más leído