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El animal favorito del mediocre

25/03/2022
 Actualizado a 25/03/2022
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Aunque cada vez nos hagamos más esnobs y nos encontremos con gente que tiene por mascotas a hurones, geckos, cerdos vietnamitas y hasta jirafas albinas, si se sale del ámbito doméstico y nos acercamos al ámbito político, no hay duda de que, en esos entornos, aún hay un animal más querido, que los mediocres guardan como un tesoro bajo sus mesas y sacan a pasear cuando les resulta necesario. Ese animal es el chivo, concretamente el chivo expiatorio.

Cuando la cosa se complica y los planes fijados se tuercen, hay dos caminos, el de la asunción de la responsabilidad y la rectificación, o el de la búsqueda de culpables que puede ser desde uno que pasaba por allí, hasta un pequeño temblor de tierra al otro lado del mundo. El caso es encontrar rápido a un culpable que asuma la responsabilidad y en el que nos podamos parapetar para cubrir nuestra incompetencia.

Como les comentaba la semana pasada, no cabe duda de que llevamos una serie de años muy convulsos, con acontecimientos lamentablemente históricos, pero lo que no podemos es, como pasa últimamente en nuestro país, permanecer sin hacer nada de gestión y simplemente decir que la culpa es de otro.

Ya pasó en tiempos de Zapatero cuando la crisis financiera de 2008 le sirvió de excusa para tapar la desaceleración económica previa y la falta de gestión, pero el que se está destacando como el fan número 1 del chivo expiatorio, es el actual presidente Sánchez, que a la hora de buscar la responsabilidad, encuentra a cualquiera que no tenga que ver con Moncloa.

Cuando no es la pandemia, es la borrasca Filomena o las comunidades autónomas o, si no, siempre está el comodín del cambio climático o el incremento de ‘los fascismos’. El caso es ponerse de perfil ante los problemas actuales de España y los retos que debemos afrontar, esperando que vaya pasando el tiempo, las cosas se arreglen ‘solas’ o venga alguien desde Bruselas a arreglarlas.

Ahora ya hemos sacado a pasear otro chivo expiatorio como es la invasión de Ucrania, que, si bien es un asunto grave por el fondo, las formas y las implicaciones futuras en el tablero geopolítico, no puede usarse para explicar problemas que ya veníamos arrastrando desde hace meses y que no han hecho más que complicarse.

Parece que la subida de los precios de absolutamente todo y en especial de la energía, es por culpa exclusiva de Putin, sin embargo, son muchos meses ya desde que expertos alertaban de los riesgos que estábamos asumiendo al habernos arrojado sin control y sin red en eso de la transición verde, desmantelando de forma precipitada y temeraria infraestructuras energéticas estratégicas, atándonos de pies y manos y dejándonos prácticamente el único recurso de rezar.

Gran parte de la culpa la tenemos los ciudadanos, por nuestra frágil memoria, que cuando cada poco tiempo nos presentan un chivo nuevo, decimos que es un chivo más bonito que el anterior, cuando no deja de ser, al final, el mismo.
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