El alcalde que incomodaba a la trama

Emilio Gutiérrez y su equipo de Gobierno fueron apartados con una maniobra repentina

I.H.
02/09/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Muchos se preguntaron entonces qué es lo que habría pasado, otros lo sospechaban y no eran pocos los que tenían la certeza, pero el sumario de la Operación Enredadera ha venido a poner blanco sobre negro en la precipitada salida de Emilio Gutiérrez de la política leonesa. Molestaba. Los folios y folios de transcripciones de las llamadas de los investigados en este entramado de presunta corrupción también exhiben juegos políticos. La trama daba y quitaba cargos, y a Gutiérrez, y a su equipo, los ‘descargaron’.

Cuando saltó a la primera línea de la política leonesa en 2011 le bautizaron como la ‘marioneta’ de la entonces presidenta del PP Isabel Carrasco, pero cuando llegó a la Alcaldía se comprobó que allí no había hilos que manejar. Se había vendido su perfil técnico y su rectitud como su gran baza para ganar unas elecciones, pero esas mismas cualidades le habrían costado el puesto.

Una llamada, con nocturnidad, el 27 de febrero de 2015, le comunicaba que ya no iba a ser el candidato por el PP en las municipales de 2015. Antonio Silván era la apuesta del PP. Quizá lo justificaran en los numerosos titulares que atizaban a Gutiérrez y a su equipo de Gobierno en el periódico que preside el encarcelado por la trama Enredadera José Luis Ulibarri, y para eso estaban. Según se desprende de las llamadas que el empresario leonés compartía con dirigentes del partido, Gutiérrez no ponía la ‘alfombra roja’ a Ulibarri en el Ayuntamiento de León, y eso tuvo sus consecuencias. A él y a su equipo de Gobierno les avalaban los números, el municipio de León era uno de los más endeudados de España y lo sacaron de la zona de alarma.

Apartaron al alcalde que consiguió una mayoría histórica para el PP en León sin dar explicaciones. Juan Vicente Herrera, tiempo después y en público, le dijo que hablarían de todo aquello, pero no consta que así fuera. Gutiérrez se fue sin hacer ruido. Se recogió como un caballero, regresó a su puesto de funcionario y allí se jubiló, años después, lejos de la política, sin nada que deber.

Y la misma suerte corrieron la mayoría de los miembros de su equipo de Gobierno, un equipo de personas que, hasta entonces, habían vivido ajenas a la política, y contra los que Ulibarri también habría arrojado sus frustraciones a través su medio de comunicación. Silván les comunicaba que no contaría con ellos, pero que se aprovecharía de su gran trabajo.
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