El aire tóxico que respiramos

Por Valentín Carrera

18/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Imagen de la central térmica.
Imagen de la central térmica.
La Junta de Castilla y León ha publicado la ‘Estrategia de Mejora de la Calidad del Aire de Castilla y León’, asunto de máxima importancia para nuestras vidas, puesto que trata del aire limpio que nos da la vida o del aire tóxico que nos envenena: 1800 muertes en España cada año por ozono, cuya presencia en Castilla y León también supera los umbrales permisibles.

La Estrategia de Mejora de la Calidad del Aire, elaborada por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, está en trámite de información pública, cuyo plazo concluye el próximo miércoles 20 de febrero. Dada la gravedad del asunto y su impacto directo en la comarca berciana, espero que todos los partidos y ayuntamientos del Bierzo, su Consejo Comarcal y los colectivos ecologistas y sanitarios lo estudien y formulen antes del miércoles sus alegaciones, cumpliendo con un deber: proteger nuestra salud.

Les facilito el enlace [https://bit.ly/2UWLeuE] a la versión pública del documento, 149 páginas con muchos colorines, algo de chicha y bastantes agujeros. En síntesis, la propuesta expone el estado de la cuestión, la metodología usada para medir la calidad del aire y la normativa aplicable. Tras hacer un diagnóstico y un inventario de emisiones, propone objetivos y medidas para el futuro. Trabajo típico de consultoría, tan niquelado como frío, al que le falta nervio humano y músculo político.

Esta propuesta no nace de la voluntad política de la Consejería de Fomento ni de su sensibilidad ecológica, sino gracias a una denuncia de Ecologistas en Acción estimada por sentencia 3834/2018 del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León: “El Gobierno autonómico somete a información pública la Estrategia para la Mejora de la Calidad del Aire, a la que le obligó una sentencia del Tribunal Superior de Justicia presentada por Ecologistas en Acción” (iLeon).
Una sentencia que ordena a la Junta elaborar planes de calidad del aire, después de legislaturas enteras de inactividad, desidia y abandono, de mirar para otro lado y contemplar qué bien duerme la siesta Bartolo. Una sentencia, una tras otra, de las muchas que la Justicia endosa al juez en excedencia y Consejero de Fomento, Suárez Quiñones, anulando sus inspiradas resoluciones. “Los jueces obligan a Castilla y León a elaborar planes de calidad del aire”, tituló El País tras la sentencia: no es suyo el mérito, señor Consejero, sino de esos ecologistas a los que tanto desprecia. Su Estrategia oculta esta sentencia ejemplar, ganada por el movimiento ecologista, y en concreto por Ecologistas en Acción. Habrá planes de calidad del aire en Castilla y León no gracias a usted, sino a pesar de usted.

Nada dice tampoco de una mínima mirada humanista, pues la propuesta tiene la frialdad técnica del aluminio —o del plomo, níquel y arsénico detectados en Cementos Cosmos, pág. 39 del documento. Hablar de calidad del aire sin perspectiva de salud integral, es una pantomima.

Sabemos por su documento que la Red de Control del Aire de Castilla y León tiene 57 estaciones fijas, lo que no parece mucho para un territorio de 94.000km2: tocamos a 1.649 km2 por estación. En la zona del Bierzo, siete estaciones de la Junta, cinco de Anllares, cinco de Compostilla y tres de Cementos Cosmos que —¡Cágate, lorito!— “no es una estación utilizada para la evaluación de la calidad del aire” (pág. 32). Saque cada cual sus conclusiones.

Sabemos también, por ejemplo, que Cementos Cosmos tiene en 2017 el mayor número de superaciones diarias de PM10 de toda la Comunidad, con mucha diferencia. Por no hablar de los niveles de dióxido de azufre, ozono y metales pesados.

Pero el problema no son los datos paquí y pallá de Cosmos, Compostilla o La Robla: la Junta ignora por completo una visión global y acumulativa de la contaminación atmosférica que sufre El Bierzo. Además de medir un pico alarmante en Toral y otro en Carracedelo —cuando las estaciones funcionan—, lo que necesitamos saber es el valor acumulado en los pulmones de una generación de bercianos. Y las índices de cánceres y enfermedades pulmonares que se registran en El Bierzo. Sin esta perspectiva de salud integral, hablar de calidad de aire es una burla. Por último, el documento ignora el Informe de Calidad del Aire 2017 de Ecologistas en Acción, del que transcribo: «El 16 de octubre se registraron altísimos niveles de partículas en el noroeste de Castilla y Leon a consecuencia de una ola de incendios forestales. En las estaciones de control del Bierzo (Anllares, Hospital del Sil, Palacios del Sil, Susane, Carracedelo, Otero, Ponferrada y Toral de los Vados) se desbordó ese día el fondo de escala de los medidores de partículas PM10, establecido en 500 μg/m3, sin que se activara ningún protocolo de alerta en situaciones excepcionales de contaminación atmosférica del que inexplicablemente Castilla y Leon carece».

Sin protocolos de alerta, con estaciones escasas e intermitentes, con umbrales muy permisivos, sin ninguna vigilancia sanitaria histórica de la correlación aire tóxico/cáncer y sin escuchar la voz de los ecologistas, que solo atienden cuando lo ordena una sentencia judicial, su Estrategia de Poca Calidad del Aire es papel mojado. O tóxico, como prefiera. ¡Arriba las ramas!
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