El adiós con ascenso de un ‘guerrero’

El leonés Richi, capitán de todas las categorías de un Ademar en cuyo primer equipo brilló en los años del concurso, se retira del balonmano tras ser clave en el salto de Oviedo a Plata

Jesús Coca Aguilera
31/05/2022
 Actualizado a 31/05/2022
Richi lanza a portería durante uno de sus partidos con el primer equipo del Ademar. | MAURICIO PEÑA
Richi lanza a portería durante uno de sus partidos con el primer equipo del Ademar. | MAURICIO PEÑA
Andrés Montes bautizó durante sus retransmisiones en la NBA a Malik Rose con el sobrenombre de ‘ganarás el pan con el sudor de tu frente’, frase que acabó aplicando a ese tipo de jugador que podía tener menos cualidades técnicas que otros pero se hacíaun hueco y ganaba una importancia vital en su equipo y en la liga a base de brega, mejora, intensidad e intangibles.

Si el fallecido y recordado narrador hubiese sido el encargado de retransmitir el balonmano, bien podría haber sido el leonés de Benavides Ricardo Díez Villamañán, ‘Richi’ para todos dentro del ‘mundillo’ de este deporte, quien hubiese recibido con honores ese mote.

Podía no ser el mejor lanzador. Ni el más técnico del equipo. Ni siquiera el jugador con mejores fundamentos. Pero era ese ‘guerrero’ que toda plantilla necesita, ese capaz de hacer ganar partidos desde esa defensa en la que se brilla menos pero su importancia es vital, ese cuya garra, intensidad y corazón se transmite a la grada pero también a todos sus compañeros, ese capaz de unir y liderar un vestuario.

Le disfrutó el Ademar en todas sus categorías inferiores y, durante los dos años del concurso de acreedores, tuvo un papel principal en el primer equipo, donde fue el último año capitán como lo había sido en todos los conjuntos de base. Pero por motivos laborales, esos que alguien con la cabeza muy bien amueblada siempre puso por delante del balonmano pese a que este le apasionaba, decidió irse tras él a Asturias, donde ha estado los últimos años jugando en Gijón y en Oviedo.

«Nunca me arrepentí de priorizar el tema laboral al irme de León. Fue la decisión acertada, volvería a hacerlo» Ahora a los 34 años, 24 después de aquel primer día en el que Charly, un conocido técnico de la base, le puso a jugar por primera vez en las Carmelitas a ese balonmano que sólo había hecho con ‘Don Paulino’ en las clases de Educación Física de Benavides, Richi cuelga las botas.

Lo hace como sólo pueden hacer unos pocos elegidos, con un ascenso en el que ha sido clave, pues tras varias campañas intentándolo ha subido a Plata, la segunda categoría del balonmano español, con el Unión Financiera Oviedo en el que compartía equipo con otros dos exademaristas como Carou y Huerta.

«No quería acabar mal, sufriendo, quería dejarlo cuando yo quisiera, estando todavía jugando mucho y me atrevería a decir que bien», señala Richi, que no se desvinculará del todo del balonmano pues se quedará en el Oviedo con la función de estructurar toda la base.

«Tenía asumido que nunca jugaría en el primer equipo. Cuando llegó la ocasión dije de estar aquí voy a muerte» Un final con éxito para un jugador que siempre fue superando expectativas. Como cuando el técnico leonés Diego Soto le llevó por primera vez a unas concentraciones nacionales y allí «era el único pipiolín que venía de un colegio, toda la gente era de un club». O cuando fue haciéndose imprescindible en los diferentes equipos de base del Ademar, siempre de capitán («quizá debido al carácter que tengo, que no me callo y soy muy leal, siempre se apostó mucho por mí»), con un Jacobo Cuétara que le «exprimió» mucho en cadetes o Juan Moreno en aquel filial que subió a Plata y jugó en ella con nombres como Carrillo, Castro, Nantes, Ugarte, Ernesto, Montoro, Goñi o Mellado.

Pero sobre todo, cuando llegó al primer equipo del Ademar después de haberse ido a Asturias a estudiar un Máster y luego a Portugal donde jugó en la primera división, aunque creía que «no iba a llegar a jugar en la vida, lo daba por hecho, se apostaba por gente joven pero de fuera y en realidad no pasaba nada, lo asumías que al final el balonmano no se acaba en León».

Y entonces llegó el concurso y una llamada de Dani Gordo que lo cambió todo: «Recuerdo que estaba en Benavides, currando en las piscinas en verano, cuando me llama y me dice que quería que estuviera con ellos en la pretemporada. No me lo creía, no sabía qué papel tendría, pero dije si estoy aquí voy a intentarlo y a ir a muerte».

«Creía que si podía llegar currando y defendiendo. Me pasaba semanas que ni tocaba la bola entrenando» Le costó entrar, hasta que hubo un partido que sirvió de punto de inflexión: «No jugaba nada hasta el encuentro con el Gijón en León, que venían con Costoya saliéndose y metiendo 10 goles por partido, y Dani me dijo: ‘prepárate que el toro este hay que lidiarlo’. Lo hice muy bien y a partir de ahí no fallé a un solo partido, lo jugué todo».

Fue año y medio «de vivir como un sueño, disputando competición europea, jugando contra los mejores...», con Richi yendo a más centrado en su labor: «Tenía en mi cabeza que currando se podía llegar, pero que si tenía una posibilidad era defendiendo, me pasaba semanas que entrenando ni tocaba la bola, era todo defender, defender, defender, mejorar ahí, que dicho sea de paso con Carou enseñando era mucho más fácil».

Se ganó el sitio y a la afición, que le convirtió en uno de sus preferidos: «Creo que la gente se sentía muy identificada por ver a un tipo como ellos y se me trató siempre muy bien».

Y entonces, llegó el adiós al Ademar. Tuvo la opción de quedarse. O de irse a otro equipo de Asobal donde se había hecho un nombre. Pero le surgió un trabajo relacionado con la informática, esa que desde entonces compagina con el balonmano, en Asturias, y prefirió priorizarlo e irse a Plata a Gijón. «No me arrepiento para nada, nunca lo hice. Fui feliz y me salió todo bien. Visto con perspectiva, creo que tomé la decisión acertada y volvería a hacerlo».

El balonmano leonés le echó de menos. Ahora lo hará el español. Eso sí, habrá alguien que respirará, los atacantes rivales. Para esos, el guerrero de Benavides siempre fue una ‘pesadilla’.
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